sub!Woo/ dom!San.
Wooyoung encontró una página interesante con personas interesantes. Él solo quería hablar una vez, nunca se espero seguir contestando aquellos mensajes.
-¿Te sientes mejor?- la pregunta del menor sale con voz suave, dulce, mientras su mano acariciaba la espalda del mayor tratando de hacer que su llanto se detuviera.
San asintió sin pronunciar palabra, solo un suave y roto sonido saliendo de su garganta como respuesta, de igual manera no lo forzó a responder.
Ambos estaban recostados en el sofá de la sala de estar de la casa del mayor, la cabeza de San reposaba en el hueco de su hombro y cuello y continuaba respirando de manera lenta, había sido una experiencia dura para ambos sin duda alguna, Wooyoung jamás imaginó que vería esa etapa tan transparente del mayor y siendo sincero, sabía que San jamás pensaba que mostraría esa etapa a alguien.
San había comenzado con una sonrisa, ofreciéndole una taza de café mientras fingía que no estaba llorando, pero sus ojos rojos y diminutos lo delataban en creces, aceptó la taza de café, quería que San estuviera listo para lo que iba a suceder, y así fue, cuando la taza de café caliente fue dejada sobre él, el mayor se sentó a su lado y le sonrió, solo bastó tomar sus manos y susurrarle un Estoy acá para que la voluntad y coraza de este se rompiera en diminutos pedacitos, primero fueron suaves sollozos, débiles mientras sus ojos comenzaban a cristalizarse de nuevo, sus labios comenzaban a temblar y tomaba bocanadas profundas se aire tratando de contenerse, no lo logró mucho, pues pronto el primer sollozo escapó de su garganta, nada pudo detenerlo.
Fue él quien lo atrajo a su cuerpo, con cuidado, paciencia, San tardó un poco en acostumbrarse a aquello, pero poco a poco fue que las manos de este rodearon su cadera y su cabeza perdió fuerzas dejándose caer en su pecho, y pronto, San no había parado de llorar.
Le había dolido, y no iba a negar que lloro también, lloro un poco porque era tan doloroso y difícil ver a San de esa manera, tan débil, tan lastimado, cuando sentía que su cuerpo comenzaba a temblar por los espasmos su manos acariciaban o su cabello o su espalda buscando tranquilizarlo, y funcionaba, pues su cuerpo se relajaba un poco.
Fueron quizás horas en las que estuvieron en esa posición hasta que su espalda comenzó a doler y entonces, con cuidado, empujaba a San hacía atrás recostando su espalda en el respaldo del sofá, sin separarse del agarre ni el contacto de su cabeza en su pecho, pronto, su cuerpo estaba casi sobre el de San.
San continuaba sentado y él tenía una de sus piernas rodeando la cintura de este, fueron quizás minutos después en los que San comenzó a llorar de nuevo en los que ni siquiera dudo en sentarse a horcadas sobre el cuerpo de este, atrayendo la cabeza del mayor hacia su pecho y así, dejarle llorar.
Las manos de San en ningún momento soltaron su cintura.
El reloj ya marcaba la 1 de la madrugada y él había sido guiado por un débil San hasta la habitación, ninguno soltó palabra alguna desde ese momento en adelante, solo se quito sus zapatos en silencio y se recostó en la cama, San apareció segundos después sin zapatos y se metió a su lado, atrayendolo a su cuerpo, ni siquiera le molesto o cuestionó cuando los brazos de San rodearon su cuerpo y pronto, su respiración pacífica le señalaba que se había quedado dormido.
-Creo que me gustas más que como un amigo- susurro en voz bajita observando el rostro del mayor con una sonrisa.
Ambos durmieron juntos y abrazados esa noche, por primera vez.
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