❝Capítulo noventa y uno❞: FBI, on your kness

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  "No eres la única que tiene problemas

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  "No eres la única que tiene problemas.

Ambos los tenemos.

¿Y ellos? Tendrán que sobrevivir a los nuestros"

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📍 Lugar desconocido.

Había de ser las dos de la madrugada cuando un hombre corría por un lugar totalmente desconocido como él era ante la ley.  Las sirenas aturdían sus oídos, posiblemente por el eco que hacía entre los altos edificios de la zona que parecía ser hecha de barro y ladrillo, sin un lujo en absoluto, y el mayor lujo era el precio de la tierra.

FBI, de rodillas—murmuró una voz no tan alto, pero por primera vez en su vida dejó de huir. ¿Acaso podía hacer algo? Evaluando la situación, arrodillarse y suplicar sería lo más lógico. Comenzó a arrepentirse cuando el metal frío de las esposas tocaron su muñeca, pero todo dejó de tener sentido cuando quince minutos luego se encontraba sentada en una mesa con abolladuras y una silla que no era para nada cómoda.

Posiblemente le gustaría cooperar— este tenía la mirada abajo, y de ser sincero, no había visto ni a una persona desde que llegó.

Este soltó una carcajada irónica—¿Quiere el número de un camello?—pues al no tener respuesta, el repartidor de droga levantó la vista confundido. Si no lo tenían allí por droga, ¿Qué carajos estaba pasado?

Las tres imágenes frente a él hablaron por si solas, bueno, no completamente. Eran capturas de una cámara de seguridad, o seguramente tres distintas por los formatos de cada una pero siempre, enfocando a una rubia.

Elizabeth Cooper... ¿Qué sabes de ella?

¿Se supone que debo conocerla?—levantó la mirada confundido. Claramente que lo hacía, y puede que no hubiera apreciado lo suficiente su vida para exponerse ante un agente del FBI, pero aseguraba que una celda a oscuras sería el paraíso comparado con exponer a la mujer de su jefe.

Era agente del FBI.

Me inquieta el hecho de que ya no lo es.

El oficial asintió, sentándose—A mi también. Pensamos que le había pasado mal.

Este hizo una mueca mirando las imágenes—Yo no se mucho de estas cosas, pero no parece mal.

Se alejó de la justicia—asintió como si ya supiera que su ex compañera no estaba en nada bueno, pero tampoco había nada que indicara de ella; ya no tenía pasado, presento o futuro, por lo menos para ellos—claramente, un saludo y agradecimiento a Brett y sus saberes que heredó de su padre en tecnología avanzada—. La primera imagen era Betty con un vestido, la segunda se veía de perfil y la tercera llevaba un gorro; en ninguna se ocultaba, y no era la intención.—¿Sabías que tiene dos hijos? ¿Cómo alguien puede tener a sus hijos ahí en esa mierda?

Bueno, con todo respeto le diría que lo averigüe usted pero dada la situación me parece que no sabe donde está.

Y por eso estás aquí.

¿Usted asume que yo tengo que saber?

No lo asumo, lo sé.

Bueno, mal ahí jefe. No tengo ni idea.

Escucha... Theo, ¿verdad?—preguntó moviendo la ficha que tenía de él, pero estaba casi en blanco.

Me tuteea, ¿no estará coqueteando conmigo, verdad oficial?—lo molestó un poco.

Si tú nos dices algo, te podemos dejar ir—parecía rehusado a mantener una conversación o negociación con el criminal de enfrente.

No les diría nada ni de mi peor enemigo—negó.

Pues supongo que te tengo que traer el nuevo atuendo naranja al no querer ayudar a la justicia.

Espera—habló este, interrumpiendo al agente que se levantaba. Lo miró con esperanza, pensado que había ganado esa ronda—.  No porque sea Ley significa justicia. Ustedes no tienen idea de justicia—murmuró con rencor.—Si hubiera justicia, me hubiera arrestado pero... siquiera eso le importó porque no soy lo suficiente morboso para que tú y tu equipo me exponga frente a un juzgado y la prensa. Ustedes—lo miró acusándolo—, solo les gusta el morbo de esta mierda. No les importa la justicia, porque de ser así, créeme que la pena de muerte y la horca no sería tan aterrador de escuchar—se recostó hacia atrás, descansando su cuerpo como si hubiera soltado algo que deseaba decir—. Por cierto, le aseguro que la celda será mucho más cálida que el precio que obtendré por buconear.

Si la conoces.

Oh oficial, si yo dijera todo lo que sé, le tendría que tener la mandíbula para que no se le caiga.

¿Eso? En vano para el agente que solía trabajar con la rubia. ¿Para el hombre? Pues no es como si supiera que la tenía fácil, pero el ser consciente de que había escupido su máxima rabia ante la ley y su poca justicia, porque... si la justicia existiera, quien había matado a su hermano ocho años atrás estaría muerto. Pero bueno, eso ya era fantasmas mentales de uno mismo.

 Pero bueno, eso ya era fantasmas mentales de uno mismo

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