shiba taiju.

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SI SI PORQUE USTEDES LO PIDIERON PREPAREN SU SILLA DE RUEDAS

LITTLE LAMB.


estoy en casa ¿quieres que vaya al faro?

Taiju
te veo en la iglesia

Era media noche cuando te encontrabas fuera de tu hogar, acomodaste tu vestido a medida que subías las escaleras de la iglesia y tocaste la puerta

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Era media noche cuando te encontrabas fuera de tu hogar, acomodaste tu vestido a medida que subías las escaleras de la iglesia y tocaste la puerta.

Sentiste como tu cuerpo tembló cuando la puerta se abrió y viste al musculoso hombre de casi dos metros, antes de pudieras saludar tomó tu muñeca con fuerza y te adentró al lugar.

Te empujo contra la puerta y busco tus labios con desesperación para finalmente estamparse en ellos, deslizó sus manos por debajo de tu vestido y te levanto ligeramente para que quedaras atrapada entre su pelvis y la puerta, meciéndolo contra ti mientras te besaba deseoso.

— T-taiju — hablaste agitadamente cuando el se separó de ti, acomodó tu cabello ya revuelto y soltó una pequeña risa.

— Hola corderito — se agachó para tomarte por detrás de tus muslos y cargarte haciendo que enrollaras tus piernas en su cuerpo.

Su nariz rozaba con sensualidad tu mandíbula mientras te guiaba hacia el altar de la iglesia, te aferraste más a su cuerpo cuando adentro su mano en el vestido para acariciar tu espalda.

Aflojo su agarre para que bajaras en la alfombra y te volteo con delicadeza para que observaras el altar, el mantel rojo cubría toda la mesa y había velas en cada esquina de la superficie.

— ¿Soy tu sacrifico esta noche? — susurraste en bajo, aunque no fue suficiente ya que Taiju escuchó a la perfección tu pregunta.

— ¿Te estás ofreciendo como sacrifico?

Giraste tu cabeza para verlo sobre tu hombro, el te miraba fríamente que en ese momento sentiste temblar tus piernas, y algo más.

— Tal vez...

En respuesta a tus palabras, coloco su palma en tu espalda y te empujo hacia abajo haciendo que tu rostro quedara pegado en el mantel, jadeaste cuando tomó tus muñecas y las estiro en la cima de tu cabeza.

— Respuesta correcta, corderito — pegó su pelvis para que pudieras sentir su miembro erecto entre tus glúteos, tu cuerpo por inercia se inclinó hacia el para sentirlo — No te muevas.

Miraste de reojo como tomaba tus muñecas para amarrarlas con un cíngulo dorado, cerraste tus ojos cuando apretó el agarre y lo sentiste alejarse de ti, probablemente admirando la vista que le ofrecía tu cuerpo.

necking and misery | tokyo revengersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora