Lydia

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Todo ha ido muy lento desde aquella noche en la taberna, la incertidumbre que me dejaba el hecho de no saber porqué el repentino favoritismo de Louis y la conversación con la dulce camarera me habían afectado tanto.

Todavía no había tenido la dicha de ver a mis amigos y quizá aclarar el malentendido del sábado, pero como siquiera comenzar esa conversación. ¿Hola se olvidaron que somos un trío?. Eso sonaba casi tan ridículo como molestarse porqué no había sido invitado.

Siempre hacía lo mismo con Harry y a él nunca pareció importarle.

¿Por qué a mi si?.

¿Había puesto la vara tan alta en Louis para que nunca me decepcione?.

Su cabeza era un lío, pero su corazón era una historia diferente. Ni siquiera podía distinguir que era lo que sentía específicamente con respecto a todo, quizá y sólo quizá esté lo suficientemente aburrido como para empezar a ver problemas donde no había. ¿Pero quien podría culparlo? No tenía nada más en que preocuparse además de él mismo. Siempre ha sido así.

Había decidido faltar al instituto con la excusa de que se sentía enfermo, no era una mentira, porqué definitivamente si sentía así. Sus padres lo habían dejado, mandando una atenta nota a la Sor, para que le tenga consideración cuando volviese. Sus mañanas se basaron en pasar horas y horas en la biblioteca, leyendo y absorbiendo todo tipo de información nueva que procesar y así no verse obligado a seguir pensando. 

Pero llegaba la noche y pese a todos sus esfuerzos por ignorar el impulso que sentía sobre volver a esa taberna una vez más y disculparse con la linda y amable mesera para luego conseguir su amistad o afecto y lograr que ambos mundos distintos a los que pertenecían colisionen. Wow era sólo wow, seria una gran historia y no encontraba desagradable al hecho de juntarse con gente pobre, si alguien se enterara de eso probablemente lo tacharían de loco.

Sonaba grosero hasta en sus pensamientos pero era a consecuencia de sentirse completamente sólo, además de Louis no tenía amigos, conocía a mucha gente, si, pero ninguno era realmente su amigo. Le molestaba el hecho de necesitar a alguien y ¿quien mejor que la mujer amable que lo acompañó en uno de sus momentos más vulnerables?. Exacto no había nadie porque ni siquiera debían existir esos momentos, estaba siendo un completo idiota.

Espero a que la noche sea lo suficientemente oscura como para que nadie lo identifique, no podía permitirse que lo asocien con esos lares.
Esta vez se dirigió a la taberna lo más discreto posible, no tenía nada que aparentar y a nadie le importaba su estatus así que porque ir decente. Sus pasos eran más lentos que la noche anterior, quizá se debía a qué ahora iba completamente conciente y no por él furor del momento pero quiera admitir o no, también se negaba a llegar rápido y que lo terminen echando. Era lo último que quería, que la única persona que posiblemente haya mostrado algo de tacto con él sin esperar algo a cambio, lo rechace.

Con manos en sus bolsillos y la cabeza gacha, empujó las puertas del pequeño lugar.

Esta vez fue a la mesa ubicada en la esquina más alejada de la barra. Claro que quería que lo viera, pero tampoco quería ser tan obvio.

Necesitaba hablar sobre todo y nada, realmente lo necesitaba.

Espero unos momentos más mientras practicaba en su mente como empezar una conversación con una dama luego de haber sido un completo cretino, a menos eso piensa. Porque si bien él no se había considerado eso pese a su comportamiento de la otra noche, puede que sea la razón del porque la dulce mesera lo había dejado tan grotescamente. Estaba muy conciente de eso.

Sumido en su angustia y como no saber dirigirse a la dama, no se dió cuenta que ella ya se encontraba de pie frente a él, con una expresión de molestia.

God knows i triedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora