La danza frente a sus ojos es... excitante, no tiene palabras mas para ello. Una visión que hace que su boca salive, su sangre bierva y mente explote.
Pero es algo que sabe; repetirá una y otra vez.
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El pelirrojo se hallaba sentado frente a la gran cama, a pesar del aire acondicionado podía sentir como su espalda se humedecía, como sus manos sudaban en sus palmas, causando incomodidad pues estas se aferraban a la piel de la elegante silla.
Sus ojos parecían quemar cada lugar donde los posaba, pero la visión frente a sus ojos rojos era tan excitante que lo emocionaba como nunca había pensado.
La situación en un principio le había parecido incomprensible, rayando en una grosería. Pero se había quedado ahí haciendo crecer raíces que le pedían fueran podadas, mas también sus pensamientos las hacían crecer más, y anclarse a tierra de sus pensamientos e imaginación.
Tomando una deliciosa forma.
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La pregunta le tomó por sorpresa, así que respondió vagamente, pensando que se trataba de una muy mala broma, que iba a pensarlo por qué; si bien Kouki no lo era, él mismo tenía esa vena algo sádica y por supuesto, muy celosa. Toda persona tiene al menos un poquito de celos en su ser y aunque Kouki era moderado en ello, él no tanto.
—Ahora mismo estas viendo un y mil escenarios de lo que te he dicho, podrás negármelo, pero veo la chispa en tus ojos—
—Porque piensas que Kouki aceptara algo como esto— le respondió el pelirrojo
—Yo no he dicho que se lo digas, digo que lo tomes por sorpresa. Kouki te ama, quizá se moleste después, pero le encantara, lo sabes—
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