Sólo quedaban dos personas de la cabaña de Afrodita en la búsqueda del tesoro. Darren, que se las apañaba para seguir al grupo de Atenea de lejos y Rowan, que se había metido los dioses saben donde. Llevaba veinte minutos desaparecida, y no se había advertido ninguna baja más.
Se tuvo que esconder detrás de un arbusto por la súbita parada del grupo. Mierda. Había hecho demasiado ruido. Tuvo que atravesarlo para poder continuar, lo que le dio unos cortes horribles en los brazos. Salió a un claro lleno de ninfas, que le miraron coquetas. Probablemente habían olido su esencia de Afrodita desde kilómetros. Les hizo el gesto de silencio, pero no estuvieron interesados en entenderle.
"Hace casi un mes que no nos visitas, guapo. Dinos que ya te has olvidado del cantante ese..."- negó rápidamente, pero ya había llegado el grupo de Atenea. Eran tres: Mark, el capitán, Marlene y Claire. Desenfundaron las espadas y cuchillos casi a la vez. Darren hizo lo propio. Las ninfas no tardaron ni medio segundo en desaparecer zambulléndose en el río, adentrándose en la maleza o marchándose con la brisa.
"Necesitáis el resto de la cabaña para que sea una pelea justa"- provocó, aunque sabía que tendría suerte si conseguía ganar a los tres sin problemas. Mark dio la primera estocada. Él se limitó a esquivarla y se preparó para el ataque de Marlene. No le costó desarmarla, su cuchillo largo salió volando en cuanto le golpeó la mano con la empuñadura.
Le tocaba a Claire, a quien le costó despachar a la vez que a Mark. Los dos estaban perfectamente compenetrados y utilizaban estrategias innovadoras que le costaba predecir. Eran rápidos y ágiles, pero les faltaba experiencia. En la teoría sus movimientos eran sofisticados, pero en la práctica les faltaba soltura.
Se limitó a defender y esperar a que se cansaran. Por poco lo eliminan dos veces, pero finalmente giraron para donde no debían y les pudo desarmar de un revés. Ni se giró para mirar atrás. Habían hecho suficiente ruido como para que cualquier grupo cercano se acercara. Y estaba demasiado cansado como para lidiar con ningún Apolo, o peor, un Ares.
Volvió al sendero que estaba siguiendo. El mapa indicaba que estaba bastante cerca, pero no vio ningún indicio de la recompensa. Recorrió el perímetro varias veces, pero lo más cerca de un tesoro que consiguió encontrar fueron las primeras moras de la temporada, creciendo tímidas en sus matas sobre los lomos de los árboles más robustos. Al cabo de un rato, escuchó unas pisadas detrás suya que le hicieron desenvainar la espada.
Se encontró metal a cara con una sonriente Rowan que vizqueaba con la punta de la espada en el puente de la nariz. "¿Te importa?" le dijo, mientras se apartaba el arma con un palo que había encontrado y decorado con flores. "Ya sé dónde está el tesoro."
"¿Por qué has tardado tanto? Normalmente sueles ser muy rápida" "Menos exigencias. Últimamente las nubes no giran hacia donde debieran, ¿sabes? Y así es imposible." Darren suspiró. Era inútil preguntarle a Rowan qué hacía cuando desaparecía, en seguida comenzaba a hilar sus historias sin sentido y a divagar sobre detalles que no eran nada concisos. Llegaron otra vez a la zona de las ninfas, que chillaron de alegría al verles pasar.
"¡Dime que hoy sí que estás de humor para bañarte conmigo!" Eileen una bella ninfa del agua, surgió del río, acercándose más de lo que le hubiera gustado. Se limitó a negar secamente con la cabeza, aunque sabía que un ser que una ninfa enaprichada podía ser de lo más obstinada. "Ah, ¡qué pena!" hizo un gesto teatral hundiéndose otra vez en el agua.
"Los hijos de afrodita sois mi perdición. Uno que se ha condenado a la monogamia y otra preciosa- señaló a Rowan- que insiste en vivir en otro mundo. Menuda suerte la mía..." para su sorpresa, Rowan continuó la conversación, aunque no tardó en ver que era parte de su estrategia para conseguir el tesoro
"Vivir en mi mundo no me hace inalcanzable, que lo sepas" comentó distraídamente mientras metía los pies descalzos en el río y se sentaba en una roca. "Aunque a veces no estoy segura de que una ninfa de agua vaya a poder entenderme"
Vale, definitivamente había activado sus encantos de afrodita. Su hermana solía ser muy inofensiva, pero en aquel momento le asustó incluso más que un revés mal encajado. Cómo alguien tan aparentemente inocente podía dar un giro tan brusco. Sin embargo, la ninfa parecía haber caído completamente en la trampa, y se acercó a ella contoneándose.
"¿Y qué es lo que habría que hacer para poder entenderte?" vio por un momento como se les rompía la broma, como, durante una milésima de segundo, Rowan sonreía. No con malicia, con total seguridad solo estaría divertida por la situación. Nadie más se dio cuenta de es breve desliz. Todas las criaturas que estaban en el río habían girado la cabeza hacia aquella conversación. Algunos sorprendidos de que un semidios por fin les hiciera caso, y otros atraídos por el efecto de afrodita.
"Pues... en el fondo soy muy normal. Tengo mis virtudes, mis defectos... por ejemplo, me gusta demasiado ganar" añadió una sonrisa pícara al final, haciendo que Eileen asintiera con adulación. "En eso las dos coincidimos... De hecho, incluso podría enseñarte donde está el tesoro para que ganes y termines más rápido con este tonto juego..."
Se había sentado a su lado, con las piernas rozándose, y había colocado una mano sobre la suya. Pronució aquellas palabras mirándole directamente a los labios. Rowan asintió inocentemente y le siguió hacia la parte más profunda del río. Aquello estaba en el bote.
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semidioses y semirromances
FanficKyra se adapta cada vez mejor al Campamento Mestizo. Sin embargo hay cosas a las que jamás se acostumbrará, cómo ver a Rowan suspirar por un chico. Rowan es incapaz de acostumbrarse a no cambiar de lugar constantemente, a asentar su vida y mantener...