Capítulo 1

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Marina

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Marina

El mundo está lleno de palabras.

Quizás nunca te has puesto a pensar cuántas dices al día; o cuántas piensas y no dices -ni dirás-.

Es común que tengas unas cuantas que usas como código especial entre tus amigos y algunas que compartes cariñosamente sólo con quien amas.

Todos nos sentimos identificados con algunas de ellas más que con otras y llegan a etiquetarnos, marcando nuestras vidas.

Algunas nos representan con orgullo;

otras odiamos que nos definan...

Durante muchos años me describí como "afortunada". Desde mi punto de vista y de cualquiera que viera mi vida desde afuera, realmente podría pasar por ello.

Era una adolescente con muchos amigos, mi novio era el típico chico popular, mis padres estaban juntos y me amaban, en esa vida idílica que hoy hasta me causa gracia, yo era una joven entusiasta y llena de sueños. Dime si eso no te parece una persona afortunada.

Realmente extraño esa ilusa creencia de la vida perfecta, ojalá fuera esa Marina quien siguiera aquí.

Si hay algo que puedo decir de las palabras, es que son escurridizas, engañosas y traicioneras.

Nunca confíes en ellas, todo lo que hacen es envolverte en un espiral perverso. Ni siquiera debes fiarte cuando te las narran directamente, de frente, ya sea de un modo verbal o escrito.

Porque lo que importa querido lector, son las acciones y hechos. Y eso, es fácilmente adornable con lindas palabras.

Todo esto y más deambula por mi mente mientras veo con frialdad el camino a casa desde la ventanilla del copiloto. Mi madre va al volante, ella como siempre me habla de algo que no me esfuerzo nada en escuchar.

Últimamente he sido así, desarrollé una capacidad para evadirme por completo sin importar quien esté conmigo, es casi como vivir una huida constante.

De todos modos, con mi madre nunca hay muchas novedades, pues desde siempre ha sido como si ella estuviera programada para sermonearme hasta el cansancio, hablar de la vida de los vecinos o su tema favorito: opinar de la mía.

Antes me molestaba, pero desde hace unos meses cuento con este nuevo mecanismo: asiento y se convence de que toda mi atención está allí con ella.

Aunque mi mente vaga por lugares sin sentido y siento un gran rechazo de volver, no hay manera de escapar de lo familiar y ese camino a casa lo recuerdo tan bien, que podría pasarme años sin regresar, pero lograría llegar hasta allí con los ojos vendados sin mucho problema.

Sintiendo el coche disminuir su marcha, me preparo para el momento de aparcar frente a ese terrorífico y a la vez sublime lugar. El sitio que más amaba de Reynolds siempre fue ese vecindario, pero hace un tiempo, cuando fue la escena que enmarcó las peores de las pesadillas que viví, eso cambió.

Marina: Lie or DieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora