Capítulo 4

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Muchas veces quisiera huir de mi misma, de mi vida y escribir mi propio futuro, ser yo quien decida que persona seré en unos años. Cuando la vida te da un destino horrible y no puedes huir de él es como ahogarse, cada segundo sientes el miedo peor que el anterior y lo único que quieres hacer es respirar de nuevo. No obstante, yo no puedo, me tengo que aferrar a lo que el tiempo depare para mí y me asusta.

Esa madrugada, apagué todo, decidí ir a mi cama e intentar dormir. No podía con la ráfaga de recuerdos que pasaban por mi mente. No hay peor lucha que con uno mismo.

No respondí el mensaje, no era necesario, sabía quién era. Pasé el jueves todo el día en casa, vagando por cada rincón, tenía miedo y solo podía imaginar como de un pronto a otro todo aquello se volvía una realidad. Ese mensaje fue el golpe de realidad a mi vida.

Inclusive llamé a Max y le dije que tenía una emergencia con mi madre, así que no estaría en casa. Me sentí mal por cancelarle pero si salía sonaría grosera, y en estos momentos no me siento segura fuera. Él me dijo que si quería quedáramos el viernes y acepté.

Por más que lo pienso no estoy lista para dejar todo lo que amo.

Y así desperté hoy viernes, pensando, evadiendo, analizando, buscando soluciones. Pero nada servía, simplemente no tengo otra opción. Pasé el tiempo hasta que escuché que tocaban la puerta más tarde, así que me levanté de mala gana y abrí. Pensando sin muchos ánimos que saldré con Max a las 4, no es que no me agrade, es que no quiero salir.

—Hey—y sin más Daniel entró y se sentó en un sofá—¿estás bien?

Pues claro que estoy bien, a caso no lo doy a notar. Estoy jodidamente hundida, pero estoy bien chico.

—Sí, gracias.

Intenté sonar lo más amable posible pero fue un fracaso, no tengo ánimos para nada.

—No lo estás, pero sé que no quieres hablarlo y tú sabes que siempre puedes contarme todo así que respetaré tu privacidad—él estaba en el sofá grande y me senté a su lado— Fabián me preguntó si le podrías pasar los apuntes de contabilidad, dijo que te escribió pero no has respondido.

Lo olvidé por completo. Comparto algunas clases con Fabián y él no fue a contabilidad y me pidió si le podría pasar lo que vimos pero no he estado de humor ni para simplemente responder mensajes.

-Aaagh, no lo ví, he estado distraída—mentí pero podría jurar que el se dió cuenta— ¿se los podrías llevar?

Le extendí el labio inferior intentando que se los llevara por mí.

—Lo haría pero voy de salida, tengo un trabajo con un compañero, Bruce. Y luego tengo un arduo trabajo con una chica que aún no conozco.

Me quedé callada y vi como se me quedaba viendo. Se levantó y siguió hablando.

—No sé que tienes, pero eres más fuerte que esto ¿ok?

Tenía su mirada de confortabilidad, una que solo usaba en momentos serios, Daniel siempre sabe cuando algo me pasa, es el único que me conoce tanto y en estos momentos lo odio por ellos.

—Ahora levanta ese debilucho cuerpo y mueve esas piernas.

—Gracias—murmuré— iré donde Fabián en un rato.

Me sonrió y salió. Así que ahora tengo que preocuparme por ir donde Fabián antes, lo que me faltaba, más responsabilidades.

No solo tenía que pensar en que tenía una cita en la tarde, ahora también me tengo que desviar. Fabián es un desesperado, debe estar muriendo por dentro porque pronto hay un proyecto y no tiene lo nuevo que vimos.

Estrellas En Tus OjosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora