En ese instante eran solo un pequeño atardecer, el era el suave rojo que tiñe el cielo azul y ella era la luz cálida que ilumina cada rincón de ese rojo.
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El cielo se rompe en mil pedazos,en destellos irreales, pero tan luminosos para esos pequeños ojos.
—La hora dorada.—susurró.
En sus ojos estaba reflejado un mar de colores, un atardecer mágico.
—¿Hora dorada?.—Preguntó el pequeño azabache aferrándose a la mano de su pequeña acompañante.
—El cielo azul como el mar se tiñe de un suave rojo y deja entrar pequeños destellos amarillos, sus colores cálidos te hacen sentir una emoción tan irreal, como si de una ilusión se tratase.— Baji no despegaba los ojos de ese mágico momento, nunca había visto algo así y sus pupilas se dilataban tanto como cuando esta apunto de comer su comida favorita.— Para mí, esto es la hora dorada.—
El azabache solo la observaba y ponía atención de cada palabra, tenía toda su atención en ella y solo en ella.
"En ese instante eran solo un pequeño atardecer, el era el suave rojo que tiñe el cielo azul y ella era la luz cálida que ilumina cada rincón de ese rojo."
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