Los Tres mosqueteros(Parte II)

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La princesa y la villana.

— Yo solo quería—sus sollozos se escuchaban en ese cuarto solitario — vengar a mi hermano porque el no era malo, pero mi padre me contó la verdad y ese fue nuestro plan.

Miro a Roberto, siento un peso en mi espalda al saber que esta decisión es mía y ahora no se que hacer.

Regresemos a cuatros años antes.

—¡Por favor Vero!—Brenda junta sus manos en modo súplica— Llevame a la fiesta con Tiffany.

— No lo sé, sabes que se ha vuelto muy peligroso salir. Hay un psicópata loco por allí suelto, no se. No me agrada la idea.

Su amiga, tenía las manos en su espalda y los pies muy serca del otro. Una imagen tierna para la vista de cualquiera.

—Ven con nosotros así podemos tener la supervisión de un adulto —comentó Tiffany con algo de vergüenza. Era muy tímida.

— No lo sé, padre no le agradará la idea— les digo caminando a la piscina que hay en nuestra casa.

Esa noche iba a ver una de las fiesta, era como una fogata donde muchos asistían. Una casa abandona, licor, música, chicos guapos todo lo que un adolescente hormonal le gusta en estos tiempo.

—Papá, es lo de menos yo lo puedo convencer—miró a su amiga— no es necesario que lo enfrentes tú, yo misma hablo con él.

Suspire, si le seguía diciendo que no estaría en la piscina todo el día.

Tiffany y Brenda estudiaban juntas la preparatoria, eran muy buenas amigas. La típica relación de la buena y la mala, en este caso Brenda era la más extrovertida.

—Bien—alzo las manos en rendición — habla con padre y si te deja te llevaré y te traeré.

Salio corriendo de la piscina dejando a Tiffany allí parada como una estatua. Brenda, era los ojos de mi padre, mientras yo era los ojos de mi madre. Claro que, a ambas nos querían pero ustedes saben que los padres siempre tienen a su preferido aunque lo nieguen.

Tomo asiento en unas de las sillas para tomar sol, y me bajo un poco los lentes oscuros para mirar a la chica pálida que tengo al frente.

—Tú también deberías de tomar sol, no se, por unas cinco horas tal vez—me echo a reír.

Ella sonríe y camina a la silla que está a mi lado.

—No te voy a morder, ¿ok?—le digo al ver que es muy tímida.

Tiene una mirada triste, su vestido con mangas largas tapaban sus brazos, y observe un pequeño verde en una de sus piernas.

—También fui violada—le suelto prendiendo un cigarrillo. Ella alza la mirada y frunce el ceño confundida— También me sentía así—sigo— con ganas de morir, me sentía triste, odiaba mi cuerpo. Aunque todavía lo sigo asiendo—inhalo el cigarro y suelto el humo—Pero eme aquí, recuperandome de mi triste vida.

— Yo— juega con los dedos de sus manos— lo siento.

Trono la lengua— Sea quien sea que te este lastimando deberías denunciado y no vivir con ese martiro. Toma el concejo de alguien que no lo hizo y ahora lidia con rabia al ver su rostro todos los días.

Aclara su garganta—¿Por qué me dices esto a mí?

—Porque me reflejo en ti.

Latidos infernales [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora