Primavera.
La época más hermosa del año en Nueva York.
Aquella que alegraba los corazones de los neoyorquinos y extranjeros que se encontraban en la ciudad que nunca duerme.
Los pétalos de las flores de cerezo descendían como danza dichosa de la naturaleza dejándose impulsar por la brisa que envolvía las calles. El cielo invadido por las sombrías nubes, las gotas de lluvia aproximándose y la delicada vista que proporcionaban las luces públicas. Todo era tan pacifico, cálido y armonioso, tan diferente a lo que se consumía en el interior de aquel taxi.
— Debes entender que esto es lo mejor —escuchó la ronca voz del hombre que lo acompañaba— Por favor, compréndelo.
Era un tono mezclado con autoridad e imploración, tal como el que usaban los padres cuando estaban a punto de regañar a sus hijos por hacer cosas que desean, pero que ellos creen que no está bien.
El mayor sabía que podía ganarse rencor de muchas personas por culpa de su repentina decisión, sobre todo del joven a su lado. Quería cuidarlo, protegerlo y mantenerlo fuera de todo peligro ante toda costa, era lo que más anhelaba, pero ¿eso era lo que debía hacer en ese momento?
Mientras los pensamientos del castaño agotaban sus sentidos, por la cabeza del ojiverde perseveraba una única pregunta que no dejaba de presionar su pecho hasta doler.
Eiji.
¿A dónde fuiste, Eiji?
°°°
La interrogación con la policía debido al fallecimiento del otro conductor sumado al tratamiento de sus heridas que estaba recibiendo lo traían más que exhausto, se sentía muerto en vida. Sus parpados pesaban, su respiración era más calmada y el sueño lo estaba arrastrando hasta sentir que la oscuridad se adueñaba de su subconsciente, pero no podía dormir aún, no hasta que él aparezca.
— ¿No llegan aún?
Se sobresaltó por lo bajo ante la invasora voz dentro de la blanca habitación. Con lentitud, centró sus ojos color esmeralda a las figuras que entraban por el umbral de la puerta.
El joven de cabello púrpura y lentes oscuros sostenía una taza de café expresso en una mano y un té de jazmines en la otra, delante suyo se encontraba un chico de ojos violetas y larga cabellera azabache con una agraciada rebanada de pastel.
— ¿Tanto demoraron? —preguntó Ash acomodándose en el respaldar de la cama para recibirlos mejor.
— Ocurrió un percance —el hongkonés dijo con simpleza mientras tomaba asiento en uno de los sillones próximos a donde se encontraba el estadounidense.
—Pudimos volver más rápido si alguien no hubiese discutido con la recepcionista —dijo irónicamente mirando por el rabillo del ojo al asiático que permanecía con un semblante sereno.
— No es mi culpa que los empleados de esa cafetería no sepan asumir sus errores.
— Yut —murmuró con desgano— Llamaste "inútiles" a todos los trabajadores y los maldijiste.
— En mi defensa, ese café latte era agua oscura con un intento fallido de leche al vapor y nada más —se excusó tomando un bocado de su postre dando el tema por concluido.
El neoyorquino no podía evitar sonreír ante la escena. No sabe exactamente lo que ocurre entre ellos, pero su mejor amigo irradiando cada que veía al joven testarudo. Solo deseaba que sean así de felices siempre.
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SUAVE LUZ [Banana Fish]
FanfictionUn encuentro repentino. Dos personas diferentes. ¿Un bailarín exótico y un conductor de bus? Una extraña combinación, pero está bien. Al menos para ambos. © Queda prohibida cualquier copia total o parcial de la misma. NO adaptaciones. © La mayor pa...