Capítulo III

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"Streets"

"You give me energy, make me feel lightweight.
Like the birds of a feather, baby.
We real life made for each other..."

—¿Tengo también que pasar lista o algo parecido? —Lucifer se encontraba recostado en su muy común silla de cuero negro, era gratificante el olor dulce del cuero en cada sillón de la sala, le daba un toque diferente a lo que podría ser un simple despacho contable.

Las luces estaban teñidas de sangre, eran pequeñas y tenues, eran cálidas, sobre todo, éramos sombras apenas visibles a los ojos de los ocho en la reunión.

—Perfecto, no quiero perder mi tiempo. —demandó a falta de respuesta por nuestra parte.

Samael se encontraba recargado en un pilar de la habitación, los pies cruzados, sus zapatos impecables, llevaba una camisa blanca desteñida por alguna mancha de sangre, que era cubierta por una chaqueta de mezclilla en un intento... fallido de esconder aquellas manchas de tal vez una pelea callejera.

Nephelium estaba sentado en una silla caoba al final de la sala, con un cigarrillo a la mitad en la mano derecha, su chaqueta de piel contrastaba irremediable y cómicamente con la sala de estar; aún podíamos ver aquel pequeño agujero en su oreja izquierda de un arillo que su padre obligó a quitarle, llevaba anillos, oro puro entre sus dedos, como debería ser.

Beel reposaba su vista en un libro humano entre sus manos, con la camisa desabotonada al inicio y una corbata mal enganchada, no apartaba la mirada de su eficaz entretenimiento, desgarrador y alucinado, Edgar Allan Poe estaba escrito con letras doradas en el lomo.

Balpher miraba cómo un loco una pintura de una mujer desnuda al costado de Lucifer, admiraba el cuerpo, tocaba el marco rebosante de inquietud, posaba los dedos en las piernas y cintura de la chica, pero no más que eso, lo sentía inapropiado, interesante y prohibido como todo en el mundo.

Liwyit bebía de su botella plastificada mientras cambiaba el color de sus ojos a unos más claros, estaba de negro, de luto, parecía enfermo y desgastado, sinceramente así era su vida luego de ser posicionado como príncipe en el infierno; portaba clase y juventud, visiblemente molesto.

Belial usaba un suéter de cuello alto, con el cabello bien emparejado por los lados, perfecto, igual que Nephelium, portaba anillos, los movía en círculos dentro de sus dedos, ansioso, narcisista y egocéntrico, todo un rey de la soberbia.

Y yo, me mantenía centrado en las palabras de su padre, nos había citado hace dos días con la esperanza de tomarnos todos juntos, no había nadie más en la sala que nosotros, tampoco teníamos idea de porqué nos hallábamos ahí.

Al menos no nosotros seis.

Lucifer y Belial tenían el poder en sus manos.

—Como saben, mañana será la apertura de los institutos en las cuatro secciones del mundo, las clases estarán en normalidad mañana por la mañana, lo cual de cierta manera nos favorece...

Los siete lo miramos sin vergüenza, el no escondió por su puesto la molestia, todos sabíamos que las clases darían comienzo en cuanto las pruebas terminaran, hoy tomaríamos por la noche la última prueba, incluido yo, Liwyit era menor de edad por lo cual sus pruebas serían dentro de dos años, pero yo sería de nuevo ingreso.

—Tendremos un Ángel en el Instituto.

Samael se paró estupefacto del pequeño círculo de pasos que había trazado inconscientemente; Beel enarcó una ceja fuera de su libro, pero dejó de tomarle atención en el mismo instante; Nephelium apagó aquel cigarrillo incompleto con el pantalón deslucido de Liwyit, quien gritó desesperado, sus ojos llenos de rabia, su ceño fruncido ligeramente y las manos bajo la cintura moviéndose ligeramente.

El Instituto de Lucifer [➖]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora