capítulo 12.

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Contrario a lo que su padre le gustaría, los fines de semana eran libre para los empleados debido a un error de contrato, por lo que Ochako ahora estaba manejando, solo con guardaespaldas, eso solo porqué ellas tras mucha insistencia hicieron a la...

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Contrario a lo que su padre le gustaría, los fines de semana eran libre para los empleados debido a un error de contrato, por lo que Ochako ahora estaba manejando, solo con guardaespaldas, eso solo porqué ellas tras mucha insistencia hicieron a la castaña aceptar hasta el mediodía.

Había salido a reuniones y a cerrar contratos, además de intentar reunirse con Midnight, a la cuál finalmente le pidió de verse otro día.

Y ahora Ochako estaba caminando sola, con bolsas de compras farmacéuticas en brazos y tomando una bebida, mientras usaba su celular, estaba molesta y dolida visiblemente, aunque le relajaba caminar y se intentaba convencer que el no tener el auto era bueno para su salud.

La chica aún recordaba la dirección en la que vió aquella pequeña tienda de vinilos y fue hasta allí, según el horario estaba abierto. Cuando llegó lo confirmo, estaba abierto, por lo que verdaderamente feliz en los últimos días entró.

Era un pequeño local, habían discos de distintos músicos y bandas por todas partes, vendían distintos modelos de tocadiscos, todo era tan hermoso que le daba miedo arruinar algo.

-busca algo en especial señorita?- la chica saltó y se giró para ver a un viejo hombre hablarle con una sonrisa amable.

-n..no, solo veía...- el mayor asintió y caminó hasta ella.

-le gustan los vinilos?- la chica asintió - música extranjera?- la castaña otra ves afirmó -bien, pues creo que está canción le va a gustar, si me permite claro- la chica levantó la ceja.

El hombre comenzó a buscar algo, ella veía en silencio lo que hacía, de pronto el mayor le tendió un disco en su estuche, sin etiqueta ni nada allí que le dé alguna pista sobre lo que era.

-aquí también estamos un poco actualizados, sabe? Y creo que está canción le vendría bien escucharla, ya que creo que personalmente algo así se siente usted, se lo digo por su mirada- la chica veía con curiosidad lo entregado.

-claro... cuánto le debo?- el hombre negó con una sonrisa.

-no señorita, lo único que le voy a pedir es que venga más seguido, me hace recordar a mi nieta... si me permite, tal vez para algunas personas no sea tan evidente, pero la mirada apagada siempre indica que algo no va bien y a usted no le veo ni un asomo de brillo, por favor venga más seguido, me gustaría ayudarla- Ochako estaba genuinamente confundida.

-señor no me conoce...- nuevamente el hombre sonrió.

-eso no me impide preocuparme por alguien que pide ayuda a gritos en silencio, se le nota que es inteligente y que carga con cosas pesadas, no le voy a pedir que me las diga ni nada de eso, solo quiero que de a poco se alivie, la música ayuda en eso- Ochako le sonrió mínimamente.

-usted es una persona muy buena...- el hombre se paseo por el pequeño local.

-con el tiempo aprendí a serlo... en mi juventud cometí muchos errores, fui un egoísta y pagué caro el precio de eso, hoy en día no puedo hacer nada para cambiar el pasado ni recuperar a quienes perdí, pero si puedo ayudar a jóvenes a qué no cometan mis mismos errores- la castaña asintió tristemente.

-estoy segura que no merecía pagar tan caro por errores- el hombre le restó importancia.

-hice cosas malas querida, ahora, quédate con el disco y ven la semana que viene a decirme que tal- la chica asintió.

-gracias- el hombre sonrió hacia eso y Ochako salió de allí sonriendo curiosa hacia el objeto en mano.

Ella luego de esa parada, simplemente camino a paso tranquilo y lento hacia su casa, a decir verdad no quería llegar, pero en algún momento lo hizo.

-SE PUEDE SABER DONDE MIERDA ESTABAS?!- si, muy buena y cálida bienvenida.

-paseando.- su padre avanzó a paso rápido hacia ella y se posicionó a solo centímetros delante.

-paseando eh? Eres estúpida o te haces?! NOS ESTÁN QUERIENDO MATAR!- ante la neutra cara de su hija, el hombre la agarró por la nuca y le estampó la cara contra la pared, haciendo que luego del golpe la chica se caiga al piso mientras se sostenía la nariz.

-que sea la última vez que sales sola. En cuarenta minutos te quiero con todas tus cosas en el auto yendo al departamento, no volverás a pisar esta casa- con eso el hombre se fue dejándola sangrando en el piso, el guardaespaldas de él la veía preocupado, al igual que sus propias guardaespaldas.

Los empleados, especialmente los mayores, veían con injusticia la situación. Conocían a la castaña desde bebé o muy pequeña, cuando comenzaron a trabajar la señora Uraraka aún estaba y el señor Uraraka era un buen hombre, con la muerte de la mujer él cambió drásticamente y cada vez que podía se metía con la menor, además que les había dado órdenes firmes sobre no meterse en las peleas padre-hija.

Ochako se levantó, le sangraba toda la nariz y le ardía la frente, se sacó la camiseta y se la posicionó sobre dónde salía sangre haciendo presión, no era la primera vez que la agredía por lo que sabía que hacer.

Lentamente recogió sus cosas y fue hasta el baño de la primera planta, allí hizo lo que pudo para parar la hemorragia, el señor Ashido junto a sus amigas la habían ido a ayudar.

-lo lamento...- el hombre estaba genuinamente mal, la castaña le restó importancia a la situación.

-no se preocupe... hoy me voy después de todo y dudo en que vaya a verme- el hombre no me respondió ni siquiera con una expresión, todos en el lugar sabían que lo que ella decía era verdad.

Cuando la hemorragia frenó Ochako fue a buscar sus cosas, ya las había guardado en cajas hace unos días, por lo que solo bastaba con llevarlas hasta la camioneta y ponerse una camisa nueva.

Se despidió de todos menos de su padre y sus amigas, ellas vivirían un piso por debajo, cuando terminaron de cargar y despedirse de todos allí, partieron rumbo al nuevo departamento de Ochako.

Llegaron y descargaron con cuidado todo. El departamento ya estaba decorado por lo que eran sus pertenencias personales.

Entre bromas y risas entre las cuatro subieron todo, a la castaña le había quedado su celular en el auto, por lo que le pidió las llaves a Mina para ir a buscarlo, habían estacionado en la acera, haciendo así que todo el mundo podía ver su parche y como se le formaba un nuevo moretón en su rostro.

Recogió rápidamente su celular y se puso a ver unas cosas, la puerta la cerró distraídamente, a la vez que le ponía seguro al auto.

-que mierda cara redonda?!- la castaña levantó su vista y frunció el ceño al ver a un rubio ceniza, aunque a su lado vió a su amigo bicolor, junto a un albino que le resultaba conocido a la chica.

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