3. Cafetería

358 71 111
                                    

Me encontraba mirando una de las revistas más aclamadas en el modelaje

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Me encontraba mirando una de las revistas más aclamadas en el modelaje. En la portada salía Yaoyorozu en un primer plano. La estuve mirando durante media hora intentando descifrar que tenía ella para atraer a tantas personas.

Lo que más me llamaba la atención era su sonrisa. Tal vez era eso. Su sonrisa era muy bonita, tenía que admitirlo. Transmitía bondad y al verla me daban ganas de sonreír también. A lo mejor mi sonrisa no era tan contagiosa como la suya.

—Ya estamos otra vez—suspiró Neito a mis espaldas mientras devoraba un paquete de zanahorias—Y luego dices que no estás obsesionada, llevas media hora mirando esa fotografía con cara de embobada.

Resoplé molesta. Aparte de comer, solo hacía que decir comentarios sin sentido.

—Lo hago para intentar descifrar que tiene ella que yo no tengo—me giré para poder mirarle—Es trabajo.

—Para empezar seguro que trata bien a sus amigos.

—Yo te trato bien—él arqueó una ceja—Te compro comida.

Él rio un poco y siguió comiendo. Era una buena forma de mantenerlo callado mientras trabajaba, aunque no siempre funcionaba.

—Habla con ella y le dices que te ayude. Seguramente pueda darte algún consejo—me comentó como si fuera lo más sencillo del mundo—Porque parece que estés desesperada.

Me mordí el labio inferior algo nerviosa para negar con la cabeza. No iba a pedirle ayuda y no estaba desesperada.

—No lo estoy.

—Ajá.

—Me voy a dar una vuelta.

—Adiós, zanahoria.

Él me dedicó una leve sonrisa burlona. Yo resoplé y salí de mi camerino.

Últimamente mi paciencia era mínima, necesitaba tomarme un café cuanto antes.

—Kendo.

Yaoyorozu me dedicó una sonrisa. Ni siquiera la había visto aparecer.

Su sonrisa era más bonita en persona que en las revistas. Tenía que anotarlo.

—¿Necesitas algo?

—Me gustaría hablar contigo sobre algo.

Ella no borró su sonrisa, pero notaba como jugueteaba con sus dedos de vez en cuando como si estuviera nerviosa.

—Claro, pero ahora iba a buscar un café.

—Te acompaño.

Esa vez no pude evitarla así que no me quedó más remedio que aceptar. No me gustaba estar tan cerca de ella, me recordaba lo superior que era a mí.

Además, olía muy bien y me desconcentraba.

De camino a la cafetería ambas no dijimos nada, pero por alguna razón no se hizo incómodo. Al llegar me pedí mi café de siempre y ella un té con limón.

Rivales de moda | MomoKendoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora