ERNESTOMi cuerpo suda debido a que estoy desde la mañana en el gimnasio, me cansé y aburrí de estar en las máquinas y saco de box, vuelvo a recargar el arma subiendo mis brazos firmemente hasta descargarla completamente en mi blanco, solo una bala se desvió al segundo círculo haciéndome maldecir internamente.
Recuerdo que alguien le atinaba en todo el blanco.
Dejo el arma sobre la mesa de la cabina empezando a ir por una botella de agua mientras tomo mi polo dejándolo sobre mi hombro, tengo la cabeza hecha mierda de tanto pensar, la última mercancía se lo llevaron los malditos rusos, esto no es una jodida casualidad, no como la última vez que los vory nos atacaron en la isla.
Reviso la hora en mi celular pensando en que quizá el jefe y la insidiosa de esa hija de puta ya habrán vuelto del viaje de Milán, tomo un gran sorbo de agua antes de salir encontrando a Lía en el camino, supongo que va a hacer limpieza al gimnasio, me vale una mierda.
Llego a la afueras siendo recibo por el aire que choca contra mi caliente cuerpo, y es por el ejercicio, no porque tenga ganas de follar, ni en eso he pensado desde que estoy averiguando cómo mierda es que nos quitaron el armamento y la droga.
Los ladridos me interrumpen el pensamiento observando a los cuatro dóberman que aparecen en mi campo de visión, llamo a Ozzy y a Zender para darles leves caricias hasta que los mando a marcharse al ver como la arpía camina en mi dirección, paso de largo ignorando su molesta presencia hasta que sus palabras me detienen.
- Es de mala educación no saludar – habla la querida protegida de Massimo.
- No jodas, Valentina.
- Siempre con ese carácter de mierda desde que te conocí junto al fénix, deberías dejar de ser tan arisco conmigo, debo agradarte, aunque sea un poco.
- ¡No digas eso! – grito – solo una persona me dijo eso ¿y sabes qué?
- ¿Qué?
- Murió – su sonrisa se ensancha como la hija de puta que es.
- ¿Lo mataste? – mi mente viaja a ese día recordando absolutamente todo...
La ignoro pasando de largo hasta llegar al laboratorio de Domenico para que me quite los puntos que traigo debido a mi última pelea con algunos de los darkness mientras estábamos en el ring.
La blanca sala hace acto de presencia y avanzo encontrando a Domenico en lo suyo, me siento porque sabe bien a lo que vine, no creo que sea tan estúpido, deja algunos archivos en una de los estantes para acercarse a mí empezando su trabajo mientras juego con los anillos que adornan mis dedos.
Me miro uno de mis hombros recordando el disparo que me dio una cagna en las Vegas, una muy escurridiza tengo que decir, ni bien la cuerda se templó se soltó de golpe sabiendo que iba a matarla, no es cualquier cagna, eso lo sé, porque sabía pelear y estaba en un enfrentamiento con los rusos hasta que me enredó en sus mierdas y tuve que salir con el arnés.
Estaba a nada de matarla, pero si la vuelvo a ver, me debe una bala la maldita.
Escuchamos como alguien entra al tiempo que Domenico termina con lo mío, la cagna de Valentina entra como reina al laboratorio hasta que Domenico toma su arma y se la desvío.
- No, sabes que el jefe la confunde con alguien y te mata si le haces un rasguño.
- Gracias por cuidarme, Ernesto – habla con ironía.
- Lárgate que odio que pises mi territorio, nadie entra aquí excepto el fénix y Ernesto – espeta Domenico.
- Pero que odio, algún día nos llevaremos bien chicos.
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Fénix Italiana © (2) / [+21] ✔
RomanceHa pasado más de un año, nuevos amores, nuevos amigos, nueva vida, la agente Mills Russell, una de las mejores agentes en SEILD, dada por muerta el día de su rescate, pero el pasado siempre acecha y el de ella viene junto a un operativo que le hará...