Y un día..., ya no molestó

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                Ella
                   I
Ella era intensa, apresurada, inquieta y para muchos... molesta.
Su vida no fue color de rosa, su infancia compleja, sus sueños truncados y sus años la hacían diferente, para muchos fastidiosa; y es verdad, había que soportar ese carácter moldeado por tantas experiencias poco felices, ella lo sabía, intentaba callar, pero su boca era explosiva, impulsiva, casi insoportable, a veces, hasta para ella misma. Sabía que lo que se calla hiere y enferma, había aprendido a vomitar las palabras para defenderse desde muy pequeña. Había aprendido que algunos recuerdos torturan y no podía pretender que la comprendieran, trataba de no pedirlo, aunque lo necesitaba. Sus gritos silenciosos hacían volar cosas en su habitación, necesitaba un exorcismo desde que nació, pero nadie lo comprendía, de pequeña pasaba desapercibida, no había tiempo para abrazos y análisis de situaciones después del abandono de su padre; su madre solo debía trabajar de lunes a lunes, más de doce horas, para pagar alquiler e impuestos, ropa, comida y todo eso que una niña no entendería. Siempre recuerda a su madre tomando mate mientras ella comía, antes no lo comprendía, hoy le duele hasta el alma.
No cuenta su historia para justificarse, solo lo hace para desahogarse, para escupir su angustia; porque cree que sanará, porque ya no quiere llorar por todo, no quiere sentir dolor, no quiere aguantar lágrimas ni esconderse.

Y UN DÍA... YA NO MOLESTÓDonde viven las historias. Descúbrelo ahora