「 IV 」

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Por favor, necesito saber qué es lo que ocurre


—Perdona Touya —Decía el alado, mirando sus propios pies y sosteniendo su muñeco.

—No te preocupes Keigo, no has hecho nada malo— le animaba le mayor, acariciando de nuevo la cabeza del rubio, causándole una sensación agradable. Comenzaba a acostumbrarse a aquellos toques.

—¿De verdad?— Preguntó alzando un poco su mirada y manteniéndose cohibido.

—¡Por supuesto Keigo! —Le sonrió felizmente, el mayor sabía del miedo del menor así que siempre intentaba animarle y darle calor para disuadir esos sentimientos.

El pequeño no dijo nada, se le quedó mirando, notando pequeñas mariposas en su estómago por el alivio de ser perdonado aunque sin sonreír.

Un día había pasado después de lo ocurrido y de nuevo habían podido volver a encontrarse tras pasar un día solos, volviendo a sonreír de forma natural y feliz al verse, pues se habían extrañado lo suficiente.

—Guardé tu pluma ¿No te importa? —Keigo negó llegando a sonreír levemente.

—Estuve practicando un poco y descubrí algo—Quiso expresar el rubio un poco nervioso, volviendo a aletear.

—Cuéntame —Propuso el mayor, sabiendo que le hablaría sobre sus plumas.

—Mira—Keigo hizo un poco de esfuerzo y logró sacar unas cuantas de sus alas, mostrándoselas a Touya, quién las miraba impresionado.

—¡Increíble, tienes una nueva habilidad!

—Puedo controlar cada una de ellas y sentir lo que las pasa —Informaba el alado —Pero también puedo quedarme sin ellas, he notado que me vuelven a crecer pero tardan un poco en hacerlo, como unos 7 días —Touya asentía curioso, obervando al alado con gran cariño. —También puedo volverlas cómo más duras aunque no tienen tanta fuerza.

—Ah sí, la que guardé se clavó en mi brazo antes de cogerla —Informó Touya mientras desviaba su mirada al recordar.

—No quise hacerlo, pero actúe más animado sin quererlo— El mayor volvió a sonreírle, encariñado por saber que Keigo sintió eso al verle.

—No pasa nada Keigo, gracias por darme una de tus plumas. —El rubio le miraba ciertamente aliviado, sintiéndose tranquilo y a gusto a su lado —¿Puedes notar cuando la toco?

—Sí, lo he sentido cada vez que lo hacías—Respondió rápido, causando en Touya un pequeño rubor que le hizo desviar la mirada de nuevo.

—¿Entonces también puedes sentir dolor? —Apresuró a cambiar el tema dejando a Keigo pensativo.

—No lo sé, es posible... —Una de sus plumas se posó en las manos de Touya con delicadeza —Puedes quemarla y lo vemos —El mayor dudó, arrugando su rostro.

—No quiero hacerte pupa — Dijo mientras fruncía el ceño y obervaba a Keigo.

—Quiero probar, por favor Touya— Le pidió el rubio sumamente tierno, rozando el corazón del mayor quién lo pensó más de dos veces.

—Solo esta vez ¿Vale Keigo? — El menor asintió, agarrando su peluche más fuerte.

El pelirrojo sabía que su fuego era bastante fuerte y que algo como una pluma podría derretirla siempre que quisiera. Sabía que si Keigo había notado sus caricias, también notaría el calor y dolor que el fuego podría producirle, pero tampoco podría negarse a una petición de su amigo, solo estaban experimentando, quería saber y sentir... a pesar de ser algo pequeño como lo era una pluma, al mayor le afectaba más de lo necesario.

Blinded by childhood, friendship and love Donde viven las historias. Descúbrelo ahora