LILITH
"Algo que empieza mal siempre puede corregirse, para no caer como una torre de piezas y perder el orden de su construcción".
LilithFinca de tía Isabel
(Presente)Mi madre está enfrente de mí con el rostro iluminado por la lámpara de elefantes en la mesita de noche. Mantiene sus manos en una oración, los ojos cerrados, y la suave sonrisa de una madre orgullosa y devota, que ama a su hija menor con toda su alma.
—Te pido, Señor mío —continúo con mi oración—, que cuides el alma y cuerpo de Juan, de su hijo, de su esposa e hijastras, (mis amadas sobrinas). Te pido que cuides de esta familia, que protejas el alma de todos nosotros, tus hijos, (tus siervos) —termino mis oraciones.
Mi madre abre tiernamente los ojos. Me mira con amor y orgullo en todo el rastro de la palabra, y le devuelvo la sonrisa.
—Amén —decimos al unísono.
Levanta su mano derecha, para acariciar mi mejilla con lentos y suaves movimientos. Cierro los ojos al recibir el fuerte y amable tacto de su mano, y sonrío. Después de ese lento movimiento circular con su pulgar, me persigna con la mano derecha —porque la izquierda es una blasfemia—, y recita «En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo», mientras sus dedos acatan las órdenes de sus palabras.
—Protégenos de todo mal. Y perdona nuestras ofensas...
La oscuridad que nos rodea se transforma en un destello rojo (color de la sangre, su sangre), por medio segundo, casi un parpadeo, mientras mi madre continúa con su oración, sin percatarse de que estoy siendo víctima de una de mis tantas alucinaciones.
Oh, no.
Imágenes de su rostro, de su sonrisa, de su anulado corazón palpitante por mí, vuelven a invadir mi mente, llenándome de esos desagradables recuerdos que trato de olvidar con todas mis fuerzas, pero que jamás desaparezco del todo. Ante la mención del «pecado», dicho por mi madre, la asfixiante culpa y todas sus consecuencias, hacen que mis ojos se llenen de lágrimas, pero me las aguanto.
Si tan solo ella no estuviera aquí...
»Así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden. Amén —termina su rezo.
Guillermo Suárez.
Cuando pienso en el perdón, la cara y el nombre de él, vienen a mi mente. Me pregunto si algún día podré perdonar a Guillermo Suárez por lo que me hizo. Lo veo muy difícil si consideramos toda la historia. Me hizo sufrir, llorar, autolesionarme por primera —pero no por última vez—, e incluso me hizo creer que fue mi culpa haberme enamorado de él, cuando fue Guillermo quien me buscó desde el principio con el cuento de que se había enamorado de mí. Drásticamente, me di cuenta de que todo su teatro del amor sólo fue para hacerme daño, para utilizarme y dejarme sin nada hasta que consiguió su cometido. Tomó mis sentimientos, los destruyó y lo peor es que jamás me los devolvió. Yo pude haberlos arreglado si él me los hubiera devuelto, pero jamás lo hizo. Ni siquiera me dejó esa oportunidad para poder salvar un poco de mí, simplemente le valieron mis lágrimas y sufrimiento, y se fue con la siguiente chica que sí aceptó abrir las piernas. Era tres años mayor que yo, de su misma edad, ambos estaban a punto de experimentar ese hecho entre cuerpos chocando; así que..., ¿por qué no iba a quererla a ella más que a mí?
Pero..., ¿alguien podría culparme por lo que hice? No quería perder mi virginidad a los doce años, eso hubiera sido una locura. Además, mamá siempre dijo que debería perder mi inocencia cuando me casara, no antes. Así que sí, me alejé de él y de todas sus mentiras.
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¿Se pueden querer a dos personas al mismo tiempo? [POLIAMOR #1]
Teen FictionLa joven adulta, abogada y devota religiosa Lilith de veintiún años, despierta su sexualidad descubriendo emociones ocultas y avivando la llama de la inocencia que los hermanastros Bianchi Soto despiertan en ella, haciéndole una tentadora oferta que...