Consigna: Escribir el monólogo interior de un personaje que comienza a pensar en un recuerdo con un compañero o una compañera de escuela primaria y termina contando qué fue lo último que comió.
Escrito:
Las amistades son para toda la vida... si, seguro. Estoy segura de que cualquier persona puede nombrar a un mejor amigo o amiga, con los que compartieron muchos años, y que no vieron desde hace la misma cantidad de tiempo (o incluso más). Como con mi amiga. Me parece divertido acordarme de como la conocí, porque si no lo hubiera vivido, seguramente no lo creería. La conocí porque éramos parte de la misma división. No conocía a nadie, y cuando la vi me pareció buena persona. Me acerqué y le pegunté de ser amigas, obviamente me dijo que si. Después nos presentamos y nos pusimos a hablar. Al segundo día ya nos considerábamos "super mejores amigas". ¿Qué es lo raro de eso? Obviamente que en esa época lo último que me veía haciendo era entablar una conversación con una persona desconocida, juntando mi timidez y falta de costumbre/interés en socializar, todavía no sé que me llevo a preguntarle eso antes de siquiera saber su nombre... pero no me arrepiento para nada. Hablábamos de todo un poco. Series, películas, libros, incluso personajes. Pensábamos parecido, tengo muchas pruebas y cero dudas. Cuando venía a casa normalmente le dejaba la cama de arriba y yo me quedaba en la de abajo. Una vez que aprendimos el juego de decir "chicle" cuando decís exactamente lo mismo que la otra persona, haciendo que te deba un chicle, no dejamos de hacerlo. También había algo parecido de "congelado" donde la otra persona no podía hablar si lo decías primero hasta que le dabas permiso diciendo el nombre completo tres veces, pero con todo lo que charlábamos eso no hubiera sido divertido. Además, la cama de abajo tenía esta especie de límite en el costado que era de madera, la primera en tocar madera si las dos personas dicen chicle al mismo tiempo gana finalmente el chicle. Bueno, no por nada me dijo que para darme todos los chicles que me debía iba a tener que alquilar un camión de mudanzas y descargarlos todos en mi casa.
Para el último año se cambió de escuela. Sentí que cambió. Nos empezamos a ver cada vez menos. Para la secundaria yo también me cambié de escuela, y no voy a negar que también cambié, pero para mejor. Aunque estaba en un lugar desconocido, me sentía más segura de ser yo misma, incluso con gente que no conocía. Hice nuevos amigos por suerte. Las amistades pueden no ser para toda la vida, pero ciertas costumbres sí. Mi "guerra de chicles" con uno de mis amigos es más que prueba suficiente, y si la idea no lo confirma, su suspiro pesado cada vez que tiene que anotarme otro punto sí. Cambiar. ¿Los gustos cambian? Hay cosas que si y cosas que no. Podrían pasar 20 años más pero no voy a olvidarme que en la serie A.N.T. el personaje que menos me esperaba, porque parecía super tonta, terminó entrando a la escuela de talentos. Cuando tuvo la entrevista con el director de la escuela, empezó hablando de un vestido rojo que quería comprarse. El director le preguntó por qué no mejor gastaba esa misma plata en el nuevo modelo de celular que el que tenía, y la chica de la nada le dio toda una explicación, con justificaciones matemáticas de promedios, de como el modelo que tenía era mejor que la nueva versión en precio/calidad. Eso me dejó con la boca abierta. Algo parecido a lo que pasaba con un personaje en Teen Wolf. Una de las protagonistas también era la típica "popular tonta". Tanto así que en uno de los primeros capítulos en la escuela hacen una reunión de padres y los de la chica llegan a modo "¿Qué está reprobando ahora?" y la persona que les habla les explica que no solo no reprobaba nada, sino que tenía las notas más altas de toda la clase. Diferente contexto, misma reacción. Ese personaje pasó de fingir ser una tonta en la primera temporada, a tener solo 2 clases en el último año porque tenía los créditos suficientes para graduarse desde el año anterior. Exacto, tomaba las clases porque quería. Ni siquiera lo necesitaba. Quisiera tener ese tipo de cambio y no el reverso. En la primaria no estudiaba, solo prestaba atención en clase, por ahí repasaba algo que decía en el libro o que tenía anotado en la carpeta, y me sacaba un 9. El cuatrimestre pasado me estudie la teoría una y otra vez, y porque el profe es un ángel tengo que levantar un 4 en vez de el 1.58 que me saqué.
Cosas que pasan cuando todas las evidencias admiten lo contrario, como mi disgusto por el tomate. Cuando me preguntan, no dudo en decir que odio el tomate, casi tanto como el limón. La diferencia es que de chica, a la mínima cucharada de limón ponía mi mejor cara de asco, pero cuando mi abuela ponía los platos en la mesa y dejaba un pedazo de tomate en cada plato, solo tenía que darse vuelta unos segundos para encontrarme arriba de la mesa con los platos vacíos y mi mejor expresión de "no tengo idea de que pasó". Por otro lado hay cosas que me gustaban de chica y me siguen gustando. Como la suprema, una de las comidas más ricas de todas y más cuando está como me gusta, crocante. No duro estilo "te vas a romper un diente" pero si duro para hacer el hermoso "crack, crack, crunch" cuando lo vas masticando. Y de las papas ni hablar. El problema es que recién hechas son tan ricas como las papas de bolsas, compartiendo el ruido tan divertido... solo por unos minutos. Unas horas después, o cuando ya se enfriaron, pareciera que acaban de ver que Rose no dejó a Jack subirse a la puerta, se deprimen. Por suerte si las soplas un poco acompañan muy bien a la otra comida. Tendría que acordarme de soplar y no solo de pensarlo. Si alguien me hubiera visto hace rato almorzando, probablemente me hubieran comparado a un dragón tratando de escupir fuego. Que bueno que comí en casa.
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Mundial de escritura: escritos II
RandomConsignas y escritos durante mi participación en el 5to mundial de escritura en https://mundialdeescritura.com