La novia de mi amiga

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Ella se llamaba Tanya, pero todos le decían Mona. Un buen día, irrumpió en mi vida poniéndola patas para arriba. Tanya era una mujer preciosa: ojos miel, nariz respingada. Tenía una hermosa cabellera castaña, que caía sobre sus hombros. De aspecto delicado pero a la vez sensual. Ella era así: Suaves curvas de tentación con una hermosa cara de ángel.
También su interior brillaba, o al menos eso creía yo, cuando la conocí... rectifico: cuando la conocimos... Julia y yo.
Éramos amigas de toda la vida, confiaba en Julia más que en mi misma, éramos como hermanas y no me gustaba el hecho de entrar en una competencia de egos, cuando vi el interés que mostró en Tanya, desde el momento en el que la conoció.
Al inicio las tres éramos amigas, muy buenas amigas, pero conforme fue pasando el tiempo, me di cuenta de que Julia tenía muchas atenciones con Tanya y ella encantada correspondía. Cada vez que veía su interacción un regusto amargo salía de mi garganta para inundar mi boca, y todo se tornaba agrio, feo, gris. Odioso.

Tanya, Tanya, Tanya...

"Maldito sea el día en que te conocimos, maldito sea tu nombre, maldita toda tú, salte de mi cabeza, salte de mi alma. Vuelve el tiempo y pasa de largo".

Esos eran los pensamientos que tenía cada que veía como ellas iban forjando un vínculo que yo quería para mí. Cuando veía como se sonreían, como su mano era tocada con amor, con reverencia. Cuando veía como ese amor era retribuido en abrazos y besos.

Yo tenía todas las de perder, lo sabía. Sabía que no podía ofrecer amor de forma tan descarada y sabía también que mis avances serían motivo de burla, por eso aprendí a fingir que no me molestaba. Por eso me resigné a ver sus demostraciones de cariño, por eso disimulé el odio que me invadía cuando Julia me platicaba que hacer el amor con ella era como tocar el cielo.
No quería imaginarme, no quería pensar en Tanya siendo poseída por Julia, pero las imágenes estaban grabadas con fuego en mi cerebro.

Tanya... Tanya... Tanya...

De tanto en tanto ella me preguntaba por qué ya no salía con ellas, como al principio, solo le respondía que no quería hacer mal tercio.

- No haces mal tercio Lena, eres la mejor amiga de la mujer que amo, por favor, sé mi amiga también, como cuando nos conocimos, te extraño.

No pude aguantar la súplica que se reflejaba en esos hermosos ojos y le propuse que me diera solo una noche. Una noche para las dos, ella acepto encantada. Le pedí cenar en mi casa y ella acepto. ¡Magnífico! No perdería la oportunidad que el destino me brindaba...

Ella llegó puntual, con su aura angelical de siempre, cenamos, reímos. Le puse algo en su bebida sin que se diera cuenta.

Con lentitud la desvestí y ahora, aquí, viendo el cuerpo desnudo de la novia de mi mejor amiga. Con saña, con todo el resentimiento que llevaba acumulado por meses, por no haberme elegido a mí, la castigué, mancillé ese cuerpo. Lo hice muchas veces, hasta que todo el odio que sentía se desvaneció, hasta que me sentí retribuida. Hasta que me sacié.

Con las manos ensangrentadas, dejé el cuchillo en la mesa del comedor y metí el cuerpo de Tanya en una bolsa. Lo arrojaría por un barranco. De ahora en más, Julia, el amor de mi vida, nuevamente sería solo mía...

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Título original: "La mujer de mi amigo"
Créditos al autor ✍️

One shots - t.A.T.u.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora