Abby Tanner se quedó mirando el cristal, observando más la brillante pieza caliente que el líquido fundido.
Cuando empezó a girar la varilla alrededor y alrededor de ella comenzó a formar diferentes capas curvas y dar forma para que coincidiera con la imagen en su cabeza.
Le encantaba la manera en que el cristal sin forma se transformaba en una hermosa pieza de arte. También estaba agradecida de que construyó una vida muy buena con ello. Le dio una libertad que no mucha gente podía disfrutar.
Trabajó con la pieza durante las próximas tres horas mezclando y soplando hasta que formó una delicada flor.
Estaba casi terminada. La pieza en que estaba trabajando le había llevado casi seis meses terminarla. Ya la había vendido por más de cincuenta mil dólares.
Para ella, sin embargo, no era importante el dinero, sino el disfrute de ver algo hermoso siendo creado y disfrutado por los demás.
Levantó la vista cuando oyó ladrar a un perro. Sonriendo, terminó la limpieza de su taller. Era un granero de madera de buen tamaño no muy lejos de la cabaña en la que vivía, en lo más profundo de la región montañosa del norte de California.
Sus abuelos vivieron en esa cabaña antes que ella naciera. Cuando su madre se fue, cuando era un bebé, se convirtió en su hogar. Su madre murió de una sobredosis de drogas cuando tenía dos años y nunca conoció a su padre.
Había sido criada por su abuela y su abuelo. Su abuela falleció hace cinco años y su abuelo hace seis meses. Seguía luchando con la depresión que a veces la abrumaba.
Sus abuelos eran perfectamente felices viviendo en la remota cabaña de la montaña. Abby creció corriendo a través de un patio de recreo de madera construido especialmente para ella.
Le encantaba la libertad de las montañas y la paz que le daba. A los veintidós años, no tenía ningún deseo de vivir en la cercana ciudad de Shelby o en otras ciudades más grandes. Ya fue bastante malo cuando salió para asistir a una inauguración de su trabajo en una galería.
Cepillándose el pelo marrón oscuro que había caído, soltándose de su cola de caballo detrás de las orejas, Abby dio otro vistazo a su alrededor, antes de cerrar las puertas dobles de su taller.
Riendo cuando el gran golden-retriever vino corriendo hasta ella, se inclinó y le dio un gran abrazo a Bo tratando de mantener su boca cerrada para no permitir sobre ella la lengua de Bo, demasiado entusiasta.
--"Te extrañó."-- dijo Edna Grey mientras caminaba por el sendero siguiendo a Bo.
--"Lo extrañé también. Sí, sólo eres un gran viejo blandengue, ¿no lo eres? Sí, lo eres."-- dijo Abby mientras se paraba ante el perro.
Bo saltó hacia atrás y hacia adelante a la espera de que Abby recogiera la pelota de tenis que llevaba en su boca. Su larga cola se arrastró de aquí para allá mientras hacía cabriolas en círculos, ladrando.
Abby recogió la pelota de tenis mojada y la lanzó hacia la cabaña. Como una bala, Bo corrió detrás del premio verde limón.
--"Entonces, ¿cómo lo estás haciendo?"-- preguntó en voz baja Edna caminando de vuelta hacia la cabaña con Abby.
Abby estuvo en silencio por un momento antes de dejar escapar una profunda respiración.
--"Estoy haciéndolo mejor. Fue muy difícil por la pérdida del abuelo al principio; pero, cada día me parece estar manejándolo un poco mejor. Ayuda estar ocupada. Esa gran pieza en la que estaba trabajando para la pareja de Nueva York está casi lista."--
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Fuego en el interior
RomanceUna mujer dulce y amorosa, en una batalla por el lugar al pertenece por el hombre al que ama. Una decisión que le cambiará su vida y la de otros, desencadenado una aventura sin igual.