4 | Repulsión.

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Tiempo atrás

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Tiempo atrás.

5:57 a.m.

El aire siempre azotaba en su cara al salir de casa tan temprano, despidiéndose de su padre con una pequeña sonrisa ladeada, su corto cabello ondulado siempre se meneaba levemente y su nariz estaba completamente roja.

Guardó sus manos en su gabardina azul marino que siempre ocupaba para días en los que el frío era poco soportable y se acomodo la mochila al hombro para comenzar a caminar.

Odiaba los martes de pastel de carne en la cafetería escolar, detestaba el sabor de la carne ya que se consideraba vegano, simplemente cada paso que daba en dirección al colegio le parecía una tortura.

"No tienes que hacerlo hoy. Lárgate." Le ordenó la voz de su cabeza, a quien ignoró y apretó los labios, negando con la cabeza.

"tengo que hacerlo." Se recordó.

Los martes salía a las 6 de la mañana de su casa para ir al colegio, al ser representante de la clase tenía que obtener la mejor asistencia del grupo.

Vivía a ocho manzanas del colegio, y tardaba más en esperar el autobús que caminar, así que le parecía tedioso esperar con dos piernas perfectamente funcionales.

Su bufanda negra solamente hacía que se viera de buen porte o de una clase social alta, combinado con sus pantalones marrones escolares que utilizaba dos veces a la semana, su cabello rubio cobrizo y su tez café con leche le daba un toque de excepcionalismo que tanto odiaba.

"Quizá si fuera de piel oscura sería diferente." Pensó, pero una tercera voz aparte de su conciencia y él, apareció.

"Algún día, ese hijo de perra pagará por esto, lo que nos hace se le será regresado mil veces, él no merece la inmortalidad." Susurró en su oído y sonrió.

Ya complacido con lo que había prometido aquel Dios se preparó para llegar al colegio.

Faltaban dos manzanas para llegar pero antes se frotó las manos y entró a una cafetería que estaba abierta las 24 horas. Una chica morena le sonrió desde el mostrador, causando que se ruborizara un poco.

—¿Qué llevarás hoy?—le dijo Avery, la morena de veintiún años que siempre estaba desde las cinco de la mañana aquí.

—Lo mismo de ayer —respondió risueño, poniendo el monto a pagar en el mostrador.

—¿Y que llevaste ayer? —bromeó la chica, sonriéndole en todo momento.

—Lo mismo que antier —volvió a responder, juguetón y cariñoso.

—Sale un capuchino fray latte, mediano —le puso el vaso enfrente, que ya llevaba su nombre escrito.

—¿Ya lo tenías apartado? —se sorprendió él, frunciendo el entrecejo.

Bitácora De Un Asesino [Pausada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora