Capítulo 8

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CAPÍTULO 8.

NO VANITY- jxdn

Narra Angélica Davis.

Cierro los ojos con fuerza cuando me llega una oleada de dolor al estómago.

—¿Estás segura de que puedes ir?—me pregunta Chiara, mirándome preocupada.

Ya hace una semana que hemos empezado la Universidad, y me está yendo bastante bien. He ido haciendo algunos amigos y tal, pero ayer, que fuimos a cenar por ahí con ellos, algo me debió de sentar mal.

—Sí—murmuro, cogiendo el bolso.

—No pasa nada si te saltas las clases...te pueden pasar los apuntes—me sonríe un poco. La miro unos segundos, intentando decidirme.

—Voy a ir.

—Bien, tú misma.

Respiro hondo y bebo un trago de agua antes de salir por la puerta junto con Chiara. Bajamos las escaleras—no me ha puesto pegas estos días de ir por escaleras en vez de por ascensor—y salimos a la calle.

Empezamos a andar mientras hablamos de algunas cosas, ella me explica que un día de estos vendrá el chico que comparte piso con nosotras—aunque no lo he visto en ningún momento—, para presentarse.

—Pero alguna noche ha venido a dormir, ¿no?—pregunto—Porque el otro día me pareció escuchar la puerta.

—Sí, viene cuando nosotras ya estamos encerradas en nuestros cuartos y él por la mañana se va pronto a desayunar a no sé dónde. Y algunas noches ni viene.

—A lo mejor es que duerme en casa de su novia—hago la suposición y Chiara abre de más los ojos y sacude la cabeza.

—Oh, no, no, no. Él no es así. Creo que es todo lo contrario.

—¿Todo lo contra....?—me callo un segundo—Entiendo.

—Al menos tiene el respeto de no traer a chicas al apartamento.

—Sí, solo me faltaría tener que escuchar gemidos todas las noches.

En menos de nada, llegamos a la Universidad y Chiara y yo nos separamos.

—Que te vaya bien—dice—, y si en algún momento estás que no puedes, ve a casa.

—Tranquila, estaré bien.

Nos sonreímos y ella empieza a andar, dándome la espalda. Yo me quedo unos segundos quieta, mirándola.

Sacudo la cabeza y camino hacia mi aula.

Le sonrío a la chica que entra conmigo y observo la clase. Son grandes, todo son largas extensiones de mesas juntas con sillas.

Bajo los escalones hasta llegar a la cuarta fila, me acomodo y saco del bolso mi portátil y una libreta junto con el estuche.

Me pongo las gafas para ver mejor la pantalla digital y, en cinco minutos, el aula ya está casi completamente llena y el profesor da inicio a la clase.

Después de aquel día © [#2] (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora