8.- La Salvación

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♠️:

No lo podía creer, lo había arruinado todo, Azami ahora me odia, soy un idiota.

No podía parar de pensar en aquella mirada de temor que me había dirigido, me dolía el pecho, se me encogía de tristeza el corazón de solo recordarlo.

Quería arreglar las cosas pero no paraba de evitarme, en cuanto me acercaba huía, tal vez necesite darle un poco de espacio y tiempo.

Las clases ahora eran largas y muy aburridas, aunque al parecer a Azami no le importaba mucho, siempre me preguntaba cómo es que podía terminar las tareas antes que todos, siempre era el primero en entregar cualquier trabajo, yo apenas y me molesto en escribir en la libreta...

Aún apenado por mi comportamiento me puse a ver qué era lo que hacía durante las clases, como usualmente acostumbraba, además estaba aburrido.

Parecía estar dibujando unas extrañas flores doradas, como las que había visto la última vez en el bosque cuando éste se encontraba inconsciente.

Me seguía pareciendo algo extraño, no sé mucho sobre botánica, pero sí sé que nunca, jamás en la vida había visto unas flores como esas.

Al acabar las clases, Azami se apresuró a salir... Aún no quería estar con migo.

Me sentía fatal, una parte de mí no quería reconocer que había hecho algo mal y la otra era consciente de que le había asustado, asfixiar a alguien casi hasta la muerte y esperar a que se marchite en tus manos con ansias, asustaría a cualquiera.

Salí tarde de la escuela, pues me había distraído con algunos asuntos de los maestros, no parecían contentos, quizás era porque casi no prestaba atención a sus clases.

Me dieron un extenso sermón que duró horas, cuando salí ya era algo tarde, así que decidí ir a casa.

Caminaba pacíficamente hasta que una extraña sensación electrisante recorrió mi cuello, poniéndome alerta, de alguna forma mis instintos se descontrolaron, como si estuviesen advirtiendome de algún peligro cercano.

Fue entonces cuando me dí cuenta.

Azami está en peligro.

No lo había notado antes pero había un olor extraño en el aire y las calles se veían muy desalojadas... Quizás era un echizo de espejismo.

Me dispuse a encontrarlo con mi olfato, corrí, corrí tan rápido como me era posible, al saber que el área estaba protegida y que nadie me vería me transformé para ir mucho más rápido.

Finalmente alcancé a persibir nuevamente esa sangre carmesí.

-¿Y ahora en qué se metió? ¿Por qué de repente todos quieren terminar con la paz de mi ángel? -

Mi furia había despertado por fin a mi cólera, nuevamente ya no era yo mismo, la cantidad de sangre que persibía, no solo era demasiado grande, sino que también era demasiado embriagadora, a tal punto en el que por fin perdí el control de mi fiera interior.

Ahora no solo estaba enfadado, sino que su esencia había conseguido hacer que me descontrolara.

Llegué a la fuente.

Y no lo podía creer, Azami estaba desangrádose en el suelo.

Aullé para poder avisarle que estaba aquí, que estaba en camino, que no temiese más, que yo lo salvaría, que todo estaría bien.

Me avalancé contra el bastardo que le había hecho tanto mal a mí querido Azami.

Ahora sí, ya no iba a perdonar, ya no, nada me va a detener ahora.

⚫: (imagínense que es el narrador xd)

Kimoe comenzó a rasgar la carne de aquél sujeto salvajemente con sus filosos colmillos, sin darle oportunidad alguna de poder defenderse o incluso poder huír, éste como pudo comenzó a disparale, dándole en una de sus patas haciendo que retrocediera un poco.

-Jajaja pero qué pareja de lo más interesante ¡Y qué oportuno! ... Un hombre lobo y un Kitsune conviviendo juntos en armonía, es tan extraño, ¿Qué no se supone que los lobos son depredadores natruales de los zorros?-

¿Pero de qué mierda está hablando? Azami es un humano común y corriente, ¿Por qué lo relaciona con un ente mágico? Si fuese uno lo habría descubierto desde el principio.

- Oh, espera ahora lo entiendo, viniste solo para proteger y reclamar a tu presa ¿Es cierto? -

-¡Cállate! - gruñó Kimoe con fuerza preparándose para su próximo ataque.

-¡El no es presa de nadie, y no te pertenece tampoco! -

Fue una batalla brutal y salvaje, llena de heridas y golpes bajos, pero como era de esperarse al final Kimoe pudo quedarse con la victoria.

El cazador, ahora derrotado solo podía rogar por clemencia, cosa que a Kimoe no le importaba, acabó por degollarlo no sin antes mirarlo a los ojos y susurrale al oído.

-Te veré en el infierno, idiota-

Cuando finalmente acabó, pudo volver en sí casi por completo, recordando el mal estado de su amigo se apresuró a ayudarle.

Al verle, no podía dejar de sentirse mal, le había fallado, si tan solo hubiera estado con él en todo momento jamás hubiera pasado ésto.

En ese instante notó un pequeño detalle, algo que le llamó completamente la atención, las mismas flores de la última vez habían comenzado a brotar de sus heridas.

No comprendía que era lo que pasaba, pero algo era seguro, ésto no era para nada normal.

Sus heridas habían comenzado a cerrarse lentamente y un montón de luz comenzó a brillar con intensidad en toda el área.

No podía creer lo que veía...

Al parecer...

SÍ era un ser mágico después de todo.

Moon loveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora