Divagues de una patética chica ✔️

Después de ti

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Si yo pudiera explicar la mierda que me carcome. Si pudiera decir, expresar aunque sea en gritos la mierda que me derriba; puede que esta jodida cosa no sería tan dura. Estoy esperando, sigo esperando que esas palabras no fueran ciertas, o tal vez que despierte por la mañana y reciba la noticia de que, de hecho, no has partido.

Es una de esas estupideces. ¿Cómo se llaman? No lo sé, tampoco me importa justo ahora. Te has marchado hace menos de una hora y ya me has sacado más lágrimas y gestos de dolor que nunca en mi vida. Puede que exagere, puede que no. Estás ardiendo en mi pecho, dueles, arrasas y te abres paso entre mis pulmones hasta mi corazón. Mi corazón está helado, paralizado por la agonía.

Te amo, pero eso no importa ahora porque el amor a un cuerpo sin vida es amor al vacío. Así que amo la nada y hubiera deseado seguir amando nada, por tanto, tanto, tanto tiempo más hasta que me volviera nada.

Estás jodiendo mi existencia, porque en un inicio nadie te dio permiso de incrustarte dentro de mí entraste a mi vida sin yo desear que lo hicieras y aunque te has ido, agradezco haberte tenido. Aunque durará menos que un segundo, o menos que una vida. ¡O mierda tal vez no! Tal vez no deseo haberte tenido, entonces no dolerías tanto, no perdería.

Estoy tan cansada. Ya no quiero, ya no quiero perder más. Eres una fuga, una fuga que no debería existir. Mi recipiente debería estar entero, sin percances, sin rajaduras, sin una sola quebradura y entonces estás ahí y me llenas pero te escapas. Te vuelvas fuga y no aguanto la presión, mi pecho no lo soporta, mi alma no lo resiste y se rompe. Todo en mí se rompe. Mi recipiente se quiebra y no soy yo; soy nada.

Cuánto hubiera dado por mirar tus ojos una vez más. Deseo pegar mi frente a la tuya y tener esa sensación cálida e indescriptible de amor; un amor tan intenso; un amor que no puedo describir en palabras; que todo dentro mío es dulzura y apenas hay rastro de algo más.

No importa si has partido hace un año, un mes o una hora. Dueles por igual, dueles aunque no lo parezca. Carezco de sentido ahora, carezco de toda sensación, porque no hay, no hay sensación ni sentido, ni calidez, ni tampoco amor. ¡Qué digo! Hay tanto amor dentro de mí, tanto deseo de estar contigo, que ardo y todo ese amor y ese delirio me consumen, porque no puede ser alimentado por tu mirada, por tus bellos ojitos. Me consume mi propio amor. Y no sé qué es peor, morirme de agonía o morirme de amor.

¿Qué hago entonces? ¿Qué paso viene después de ti? Es que siento que no hay nada después de ti. Mierda, no es así, sé que hay algo después de ti pero ojalá no existiera. La vida no se merece un «después» si es después de ti.

Que iluso, que iluso fue mi corazón, mi alma al creer que la vida tiene un poco de sabor en el paladar. Me siento atacada, me invade la vergüenza de creer que amarte no tendría precio alguno y el costo fuiste tú. No puedo mantener los pensamientos firmes pero mis ojos sí, ellos no se cansan, esperan el alivio y no llega porque no hay nada parecido a ello. No hay alivio, sólo perdida.

¿Qué me hizo creer que sería así? ¿Por qué creí de verdad que los sueños se cumplen? Sé que no lo hacen, se disuelven, son sólo un deseo, porque tú eras mi sueño. Mi dulce niño, tú eras mi sueño. Y te vas, te disuelves. Dejas de ser y te vuelves nada.

No estoy lista para soportarlo. Son las tres de mañana y no quiero cerrar los ojos, despertar en unas horas y darme cuenta que ya no estás. No coexistimos, ya no, en el mismo lugar y sobre el mismo suelo. Tú estás ahí, esperando por mí y yo estoy acá, esperando por ti. Y entre el «ahí» y el «acá» hay un aquí que no existe para nosotros.

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