"¡Qué día tan soleado! ¿No es así, Whidbey Island?"
-¡Buenos días, sr. Clyde!
-¡Muy buenos días, Lincoln!-respondió con gratitud el anciano moreno-¿Lo mismo de siempre?
-Sí. A mi madre le encantan las papas con longaniza, ya la conoces.
-¡Jo, jo, jo! ¡Enseguida!-el hombre, entonces, fue a conseguir lo pedido.
El peliblanco, como forma de distracción, inspeccionó el periódico.
"¡El huracán Isaías llega a Michigan!".
Justo cuando estaba leyendo los titulares, el mayor arribó arribó su atención con una bolsa de papas y chorizo.
-¿Eso sería todo, joven?
-Ahh, ¿podría llevarme este periódico? A mi papá le encanta leer, je, je, je.
Clyde revisó la información contenida en el papel.
-¡Claro! Sería 1 con 99.
El albino le entregó el dinero.
-¡Hasta luego, sr. Clyde!
-¡Vuelve pronto, chico!-se despidió.
Lincoln caminaba de regreso a casa. Usaba una mano para sostener el mandado, y con la otra alzaba una página y daba cuenta de las noticias.
-Pobre gente-murmuró.
En ese instante, chocó con un vidrío; lo que le hizo soltar las cosas. El peliblanco aupó la mirada con el ceño fruncido.
"¡Los esmóquines femeninos ya han llegado a EUA, disfrútalos con un 20% de descuento!"
-Algún día te compraré uno, ma-prometió en un susurro, posterior a recoger la comida.
Prosiguió con su camino, pero ahora con más cautela.
Rápido, llegó a su destino y abrió la puerta de su hogar.
-¡Campeón!-un hombre rubio, con barba crecida y ropa de oficinista, envolvió veloz al albino-¿Qué tal te fue?
-Ohm, literalmente sólo me fui ocho minu-
-¡Cariño!-una señora, igualmente blanda, interrumpió al albino mientras lo abrazaba; de nueva cuenta-¿Qué tal te fue?
Lincoln pronunció una sonrisa vacilante y abrió los ojos con una lucidez semi-alegre, pues tenía una especulación animada.
-Esperen... Iremos al parque, ¿cierto?
El padre negó con chispa.
-No...¡Iremos a un lugar mil veces mejor! ¡Así que prepara tus cosas, muchacho!
El peliblanco salió volando a preparar su ropa, desbordado de dicha y gritando el cuánto amaba a sus progenitores; ¡serían muy buenas vacaciones!
Simultaneo a su apresurada preparación, el chico imaginaba un mensaje.
"Puede ser que mi día a día no sea el más alegre, pero por estos pequeños momentos vale la pena".
El albino cerró la maleta, ulteriormente, bajó de su cuarto, a la planta baja, directo al auto.
"La vida me da todo lo que necesito...".
Lincoln abrió la puerta de su casa y se encaminó a sus padres, que ya se encontraban esperándolo con contento a un paso del auto. El peliblanco alzó su atención y los vio, inconsciente. Sus cabellos fueron acariciados por el aire antes de decir su línea final.