Capitulo 6.

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DESCONOCIDO

En esta ciudad existe un mal, un mal que tenemos que radicar, está pueblo estaba bien hace algunos años, pero en estos últimos meses, me di cuenta de que está plagado de seres repugnantes, seres que le dieron la espalda a Dios y cedieron a sus impulsos, La lujuria, lo más asqueroso que he visto. Tengo algunos planes para saber un poco de información, ¿Por qué están aquí?, ¿De qué se están escondiendo? Y digo eso porqué, ¿Quién vive en un pueblucho pudiendo ir a cualquier parte del mundo? Muy tonto y obvio, quiero información así que empecé a eliminar un poco de esas cosas de mi camino, no es fácil, me entrenaron desde pequeño para hacer esto, es un legado familiar, se cómo matarlos, conozco su historia, solo tengo que averiguar qué hacen aquí.

Salí de mi casa, conduje hasta el bosque, estaba Cazando a una, digo una porqué ella al parecer quería seducirme, la engañé para ir a un lugar más privado, pensé que no aceptaría, pero bueno, aquí estamos, la perseguí un rato, como un león a su presa, cuando me aburrí de jugar con ella le disparé con una de mis armas, y la dejé inconsciente, la amarre a un árbol y para que no se pudiera mover, clavé dos cuchillos especiales en las heridas de sus alas, los cuchillos los conseguí de uno de los seguidores de Azkeel, me dio esas armas celestiales, armas que solo tienen los Ángeles en el cielo, efectivamente, tenía a uno de los famosos Ángeles caídos en mis manos, algo raro de creer, pero cierto, y estaba totalmente inmovilizada, resulta que si le clavas eso en las cicatrices de las alas, bueno, no pueden moverse por el dolor, las armas brillaban con la luz de la luna, eran azules, no sé de qué mierda están hechas, pero si se usarlas, y ahora verán como las uso.

- ¿Qué?- Ella se movió y luego empezó a gritar muy fuerte. - ¡Suéltame!

- No te van a escuchar así que puedes desahogarte.

- Eres un...

- Vamos, hace poco pensabas que era increíble. - Ella no me dijo nada más, solo se movía, pero con más cuidado que antes.

- ¿Ya no eres tan fuerte cierto?

- Estas haciendo trampa. - ella sonrió.

- Bueno, alguna ventaja tengo que tener. - Me agaché y con uno de los cuchillos le corté la cara, ella gritó muy fuerte.

- Que curioso, solo fue un pequeño corte, debe ser el arma, probemos por curiosidad que tanto te duele perder un dedo.

- No, no. - Le corté el dedo índice, luego el otro dedo, después, le corté la blusa para que pensara que haría algo más, pero no, no me metería con alguien tan repugnante como ella, gritaba tanto que pronto me aburrió, así que debía sacarle la información rápido.

- Me encanta jugar contigo, de verdad, me fascina, pero llegó el momento de sacar información, así que, dime, por un ojo en juego, ¿Qué hacen en el pueblo?, Wow, rimó.

- Estas loco.

- Incorrecto, voy a darte otra oportunidad, no estoy jugando, te voy a sacar el ojo. - ella me miró incrédula, acerqué el cuchillo lentamente.

- Vale, voy a hacerlo, pero debo decirte que no tenemos planes de nada, solo estamos existiendo, tranquilos, no molestamos a nadie, tú sabes, los bandos justo ahora están siendo algo hostiles y todos estamos atentos, debemos cuidarnos, mira, tu conseguiste armas, ahora todos pueden conseguir unas y cualquiera sabe esto, no les tenemos miedo, pero si atacan, nosotros también.

- La información que tienes ahora, no me sirve, bueno, un poco, ahora sé que solo están escondiéndose como ratas, pero, nada más.

- Bien, es todo lo que sé, si quieres más información, tendrás que buscar en otro lado, sé que no saldré de aquí viva, pero te aseguro, te van a buscar, y te van a encontrar.

- Lo sé, será divertido ver cómo me cazan mientras yo los cazo a ellos desde las sombras. Se acabó la raza superior, ahora verán que es tener miedo. Y bueno, hasta que eso pase, seguiré averiguando.

- ¿Por qué haces esto?

- Por qué son unas plagas asquerosas- me agaché paga hablarle cara a cara- son inmundicia, son basura, traicioneros que le dieron la espalda a Dios y traicionaron a todos, ¿y que hacen ahora? abominaciones, procrean con humanos, y se enamoran de ellos, no son humanos, no son normales, no pueden solo pretender que lo son, ustedes son malvados, y lo sabes, tienes pensamientos de mal siempre, de lastimar.

- Claro, pensamientos que controlamos, pero mira este momento, ¿Quién es el malvado?, Eres tú casualmente el que me va a Matar, muy hipócrita ¿no crees?

- Buen punto, buen punto, la diferencia es que ustedes no pueden cambiar, yo sí, yo solo quiero que se vallan de aquí, no me interesa más.

- ¿Eres un fanático religioso? ¿Por eso te enoja tanto?

- No, no pienso decir más, eso no es de tu incumbencia, es información que ya no te sirve. - ella me miró con miedo.

- Bueno, fue un placer hablar contigo, pero ya me tengo que ir, hasta nunca.- Tomé un cuchillo, y le corté el cuello, me quedé viendo cómo se ahogaba con esa sangre color negra, viéndola morir poco a poco, hasta que murió, levanté mis cuchillos, todo el procedimiento lo hice con guantes, para no dejar huellas, mañana vendrán a escalar y la van a encontrar, así que no importa, caminé hasta mi auto y fui en dirección a mi casa, las calles estaban vacías, será divertido ver como todos se vuelven locos, antes de llegar a casa me detuve enfrente de su casa, ella estaba observándome desde su ventana, yo estaba Enmedio de la calle, nos miramos unos minutos solo para ver qué efectivamente, es la chica más bonita que he visto, con esos ojos distintos, supongo que ella tenía miedo, no debe, no pienso hacerle nada, nada malo, aún, hasta el momento me conviene que esté alejada de todo esto, no sabe nada, y así está bien, ella se alejó de la ventana, me causó gracia, seguro no me reconoció, así que no importa, miré a la casa de enfrente, Me pregunto si ¿Sabrá que el mal está viviendo justo enfrente de ella?

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