Capítulo 42. "Prófuga"

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     Alemania, 27 de abril del 2019.

     Continuación del capítulo 40.

     Bella.

     Siento las miradas analizarme, varias exhalaciones de sorpresa innunda la sala cuando revelo mi identidad. Mi corazón palpita con fuerza, mis manos tiemblan y mi visión se nubla por mis lágrimas. Camino hacia el estrado, sintiendo el peso de todas las miradas en mi espalda. Los flashes de las cámaras molestan mis ojos, pero no me detengo, continúo caminando hasta detenerme delante del juez.

- ¿Cómo es que usted... – el juez me observa detenidamente, comprobando que soy la misma chica de la foto que refleja el televisor.

- Marco me salvó – las palabras salen de mi boca sin control –, él me salvó de Rixo Schell y luego huí para valerme por mi misma – mi corazón bombea con fuerza, logrando que mi respiración se haga más irregular –. Todas las acusaciones del abogado Gólubev son falsas, mi papá no puso la denuncia, Marco nunca me tocó ni me maltrató – la necesidad de que me crea se siente en cada una de mis palabras –. Marco Schell es la persona más buena que conozco, no puedo permitir que lo arresten injustamente.

- ¡Objeción! – Gólubev grita desesperado – ¡Esto es un irrespeto hacia la ley! ¡Marco asesinó a su padre y es un delincuente de alto riesgo!

- ¡No! – me volteo furiosa hacia Gólubev. Nuestras miradas chocan y debo contener las ganas de matarlo delante de todos –. Él está mintiendo.

- Señorita Vasilíev – me llama el juez –, es usted muy amable de aportar información al caso, será tomada en cuenta para una futura apelación, pero la decisión ya fue tomada y... – puedo sentir mi corazón despedazarse, mi pecho sube y baja con rapidez, mi cabeza martillea por la falta de oxígeno y la habitación comienza a dar vueltas. Mi cuerpo tiembla sin control, mientras las lágrimas se deslizan con rapidez sobre mis mejillas.

     Siento miedo.

     Siento muchísimo miedo y el pánico crece como fuego dentro de mí, quema toda la razón, dándole paso al desespero puro. No escucho lo que dice el juez, ni los gritos del público, ni la voz de Marco. Pierdo la audición por un momento, sintiendo el ataque de pánico.

     Y de la nada todo se intensifica.

     Las voces se hacen presentes, el escándalo a mi alrededor es insoportable. Cubro mis oídos, mientras lloro con fuerza. Siento que todos gritan a la vez, no distingo ninguna palabra. Los flashes me marean aún más y mi cuerpo continúa temblando con fuerza.

- ¡Bella! – la voz de Marco resalta entre todas – ¡Bella! – sé que me llama, pero no quiero ver cómo se lo llevan lejos de mí – ¡Te amo, eres el amor de mi vida. Puedes con todo esto, confío ciegamente en ti! – grita en ruso para que sea la única que le entienda.

     Rápidamente, me giro hacia él, los policías lo están llevando lejos y la presión de perderlo explota dentro de mí, llevándome a medidas extremas. Mi ataque de pánico se detiene ante la adrenalina del momento, mi corazón bombea con tanta fuerza que siento que puede explotar en cualquier momento, pero no logra detenerme.

- ¡Alto! – grito nuevamente con la voz hecha un desastre – ¡El jurado entero está comprado! – mi voz se escucha tan aguda que todos dejan de hablar y de tomar fotos. La atención vuelve a caer en mí. Tomo mi celular y coloco en la pantalla del televisor toda la información que recolecté en el primer juicio – ¡¿No les da vergüenza venderse de esta manera?! – miro hacia las cámaras – ¡Que el mundo se entere de la negligencia del gobierno de Alemania! ¡Que todos sepan la injusticia que están cometiendo!

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