Capítulo 12

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Sintió perder algo nuevamente, algo importante, una persona única, sería la cuarta persona que lo abandonaba. Enjuagó las lágrimas que comenzaban a formarse en sus ojos café. Estaba maldito, él lo sabía, no podía amar a nadie porque terminaría alejándose y haciéndole un daño irreparable.

-Eres patético De Luque- se dijo así mismo mientras observaba la hora en su móvil, seis treinta- primero encontremos a Doblas y luego nos hundimos en nuestra miseria- dijo dándose palmadas en las mejillas para continuar su camino, por suerte aún quedaba un par de horas con luz solar.
Tras unos diez minutos más de caminata, llamó a Elyas para saber si el menor estaba ya en la cabaña, el moreno dijo que no, que él y los demás se dividieron para buscarlo en los alrededores del bosque sin introducirse demasiado en él, dejando una nota en la puerta de la cabaña donde se podía leer "Doblas, salimos a buscarte, espéranos aquí". Colgó la llamada suspirando y secando el sudor que caía por su rostro, el calor y humedad del bosque, su propio calor por correr y los nervios que traía lo estaban haciendo sudar casi a mares.
Se volteó de pronto al escuchar un leve sollozo, mirando en varias direcciones tratando de descifrar de dónde provenía aquel sonido, pero le costaba encontrarlo, estaba a punto de gritar el nombre del menor, cuando el viento movió la hierba en el suelo y llamó su atención.
Un pequeño caminito de tréboles, tan delgado, se extendía hacia una zona del bosque, solamente hacia un solo lugar.

-Mamá- murmuró y corrió en la dirección que aquellas pequeñas plantitas indicaban, mientras el sollozo se hacía más fuerte.

Paro en secó respirando con dificultad tratando de recuperar el aliento y lo vio, como un niño pequeño temeroso, sintió el deseo de protegerlo siempre. Su estómago cosquilleaba y su corazón acelerado volvía poco a poco a recobrarse. Notó los pequeños tréboles que rodeaban aquel árbol hueco, los ignoró.

"Lo encontraste". Ignoró también aquella voz en su cabeza.

-¡¡¡Al fin te encuentro cabezón!!!- exclamó sonriendo casi divertido, pero la expresión divertida desapareció al ver el terror en aquella pálida tez, más pálida de lo normal.

Rubén se puso de pie rápidamente y corrió con torpeza para abrazarlo, haciéndolo caer y terminar sentado contra el árbol a sus espaldas, largándose a llorar de alivio.

Samuel lo abrazó fuertemente- hey calma, calma chiqui, ya estoy aquí- murmuró sintiendo como el menor se ocultaba en su cuello- está bien- susurró acariciando su espalda. Se veía tan frágil, aquel chico que siempre hacia bromas y reía por todo, se estaba dejando ver completamente frágil.

-Yo... estaba muy asustado... pensé que no iba a salir de aquí... y me quedé sin batería en el móvil... y estaba oscureciendo... y no sabía cómo volver... no encontraba el camino de regreso... no te encontraba a ti- dijo rápidamente mirándolo con los ojos y la punta de su nariz roja- perdón... perdón... no quería causarte problemas Sam yo...- sintió una mano del mayor detrás de su nuca atrayendo su cabeza hacia aquel lugar donde le gustaba ocultarse.

-Tranquilo Rub, aquí estoy, estás bien y eso es lo importante- dijo apoyando sus labios en su cabello- cabezón me aterre de muerte... creí que algo malo te había sucedido- murmuró, los brazos de Rubén se aferraron a su cintura y un pequeño gruñido se escuchó, haciéndolos reír levemente- lo siento, no he comido nada desde la mañana- se disculpó.

El menor se separó y volvió al tronco hueco para tomar la bolsa que aún llevaba con él- ten- dijo extendiéndosela.

Samuel la tomó, sacó un sándwich de su interior y lo atacó con voracidad haciendo reír levemente al menor quien sacó otro cuando el mayor le ofreció. Se sentó a su lado en silencio, pasando su mano por sobre los hombros de Rubén y sacando un sándwich más, comiéndolo con calma. El menor se tensó en un primer momento al tenerlo cerca, pero pasado unos minutos se relajó y apoyó su cabeza en el hombro del Samuel, aun hipando de vez en cuando.

Mi trébol de cuatro hojasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora