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En la mañana me despierta el sonido de la alarma, cuando busco a mi lado, me doy cuenta que santana no está, respiro profundo y dejo caer mi cabeza nuevamente sobre la almohada. ¿De verdad esto está pasando? Me levanto y voy directo a ducharme. No podía dejar de pensar en cómo sería este día, como íbamos a actuar al vernos en la agencia.

Me amarre una toalla en el cabello, y otra alrededor de mi cuerpo y baje a la cocina a preparar café, cuando estoy ahí me sorprendo al darme cuenta que ya está listo, santana lo ha preparado para mí, y debajo de mi taza había una nota con su perfecta caligrafía, la conocía de memoria por los tantos informes que dejaba sobre mi escritorio.

Tomo un sorbo de café, definitivamente sabe mucho mejor que el mío, y leo la nota: "Perdón por irme sin despedirme, realmente fue una noche fantástica. Hoy puedes tomarte el día. P.D: disfruta el café". Santana. Suspire y pegue la nota a mi pecho, y pensé: ¿tomarme el día y no verla después de lo de anoche? No señora.

Subí a mi habitación y escogí uno de mis mejores vestidos, seque mi cabello y me hice un par de ondas. Me hice un maquillaje sencillo, y use el perfume más cautivador. Tome mi bolso, guarde en el mi celular, mi monedero y un poco de maquillaje. Salí de mi edificio y ésta vez tome un taxi, no necesitaba llegar despeinada y oliendo a gasolina gracias a esos autobuses.

Cuando estaba frente a la puerta de la agencia, los nervios empezaron a apoderarse de mí, ¿Había sido buena idea venir a pesar de que ella me haya dado el día? ¿Será que no quería verme y esa fue la manera más cordial de decírmelo? Después de unos minutos debatiéndome si entrar o no, me decidí por hacerlo.

Mientras caminaba a mi oficina, mi corazón latía cada vez más rápido, sentía que me iba a morir justo en ese momento de un infarto. –Vamos, Amy cálmate, respira... me repetía para poder relajarme. Para llegar debía pasar justo por la oficina de Santana, juro que en ese momento desee tener poderes de invisibilidad.

Para mi grandísima suerte la puerta de su oficina estaba abierta, al pasar no pude evitar mirar hacia adentro, y ahí estaba ella, tan hermosa, con esa melena de cabello, tan sexy, tan radiante... no sé cuánto tiempo estuve ahí parada admirándola, hasta que reaccione, y ella levanto su cabeza y me miro, sorprendida pero me sonrió. Me hizo seña con su mano que pasara adelante.

Cuando entre lo primero que me dijo fue: -Amy, pensé que hoy habíamos quedado con que te tomarías el día, no esperaba verte por acá. Se levantó de su silla, y cerró la puerta, me pidió que tomara asiento y ella hizo lo mismo. Ahora me sentía verdaderamente asustada, ¿Estará molesta? ¿Me despedirá? ¡Dios! Creo que no fue buena idea haber venido después de todo.

Ella noto mi nerviosismo y entonces me hablo con una ternura que derritió mi corazón: -Amy, relájate. Te pedí que te tomaras el día para evitarte cualquier incomodidad al verme el día de hoy después de lo que paso anoche entre nosotras. Quería que pensaras en lo sucedido, en lo que quieres, en lo que pasara, en lo que haremos. Solo eso. No creas que no quería verte y tampoco voy a despedirte, si es lo que estás pensando.

Definitivamente ésta increíble mujer leía mis pensamientos. –Santana perdón por venir, es que realmente quería verte. Yo estoy bien, lo que paso entre nosotras es algo maravilloso. Sé que para ti quizás sea un error por el tema de jefe-empleado, pero para mí eso es lo de menos, porque antes de ser jefa y empleada, somos humanas. Y quiero que sepas que no quiero que esto sea de solo una noche, yo deseo más cosas contigo. ¿Tú que piensas?

La escucha suspirar, se puso de pie, y se sentó en la silla que estaba a mi lado, me tomo de las manos y entonces me dijo: -Amy, es cierto que anoche casi salgo corriendo por pensar que era un error, pero hoy cuando desperté y te vi a mi lado, tan hermosa e inocente mientras dormías, me di cuenta que definitivamente no eres, no somos un error. Lo único que te pido es que me tengas paciencia y vayamos poco a poco. Conozcámonos, tengamos una cita, y todo ese tipo de cosas que las personas hacen antes de empezar una relación. ¿Aceptas?

¿Cómo podía decirle que no? Su mirada me llenaba de luz, y esos labios que me incitaban a besarla, esta mujer me está desquiciando. Me acerque a unos centímetros de su boca y le susurre: -Acepto. Me regaló una sonrisa coqueta, y finalmente me besó.

Sin Miedo a QuerernosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora