Capítulo 26

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Asalto:

 Declaración De Guerra


Tuve un sueño corto, que se sintió como una vida

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Tuve un sueño corto, que se sintió como una vida

en mi mundo ilusorio no tenía que despostillarme el alma para vivir

en mis anhelos no temblaba de miedo como un animal

en mi somnolencia mi hermano enfermo se curaba y era capaz de correr, saltar

de vivir

Inconsciente, casi sedada, 

me vi a mi misma caminar por una acera, tenía líneas claras y coloridas que marcaban el camino para los que caminábamos y los que manejaban, y allí estaba yo, caminando sin realmente saber a donde me dirigía 

no hacía falta saberlo, 

parecía que mis pies sabían el camino de memoria.

El sol estaba en lo alto, un día tan caluroso que me hubiese hecho arrugar la frente y escocer los ojos, a lo lejos, si prestaba suficiente atención podía observar como el calor le sacaba vapor a la alquitrán hecho avenida.

Pase una plaza mediana con unas cuantas tiendas, la mayoría de estas estaban pintados de un blanco arena, sobre cada una de ellas habían letreros brillantes, "La toite Restaurante", "Banco", "Panadería Burgos" y todos y cada uno de ellos contaban con gente, que esperaba a entrar a los establecimientos, gente hablando entre ellos en unas pequeñas mesas fuera de la panadería mientras comían una especie de  rebanada de fresa con vainilla y amaranto, 

estaban allí, convivían

no llevaban armas, mochilas, cuchillos o armas

se habían dejado la inseguridad y el pavor en casa

Pase una estación de gasolina con maquinas azules, tres trabajadores con overoles azules y cintas plateadas en las rodillas me recibieron en un amistoso saludo.

—¡_____!— gritó uno de ellos, estaban sentados en una mesa cerca del medidor de gasolina, tomaban la merienda—¿Cómo estas Lance?— preguntó amistoso, era un hombre moreno, regordete y con vitíligo* en los dedos de las manos, llevaba unas gafas de armazón grueso y una barba de candado tan negra como su cabello—.

—¡Bien! ¿Qué tal tú Joan?— le pregunté para que pudiera escucharme desde mi distancia y sin detener mi paso de largo—¿Doblando turno?— comencé a caminar en su dirección hasta detenerme enfrente de ellos—.

—El holgazán de New esta tarde otra vez ¿tu no sabes donde esta?— me preguntó el otro chico al otro lado de la mesa, era más joven que Joan, llevaba el mismo uniforme, delgado, con la cara un tanto alargada y el cabello castaño, sobre sus dedos sostenía una bolsa de cátsup y peleaba con ella por abrirla—.

Survive (Tom Holland y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora