C a p í t u l o 11.

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A pesar de que Casca le seguía sin importar que no llevaba su ropa, dejó de proseguir al ver como corría y que con evidencia no la lograría alcanzar pues su vergüenza de que la Banda la vean como la trajo el mundo y que explicación darle a Delthea, era algo que la dejaba estancada.

Se agachó y con los ojos tan atónitos como responsables del asunto, se sujeto su cabeza y lloró con la lluvia, quería tirarse por un acantilado, lanzar miles de piedras contra un árbol, gritar.
Lo que sentía era: impotencia.

Guts pudo volver en sí, pero siguió sentado, su corazón estaba negro, por dentro sentía que la oscuridad había vencido y ya no se mantenía aquella pequeña luz, sintiéndose hueco, solo pensaba en la reacción de Delthea, su cara y como sus ojos brotaban lágrimas,  era algo que hacía expandir más su penetrante oscuridad, porque era consciente de que era culpable, y si la perdía era por el mero hecho de que es causante.

Pasaron unas semanas, Casca no hablaba ni con Delthea ni con Guts, y ellos dos se aplicaban lo mismo.

La Banda murmuraban cuando no estaban ellos sus teorías, era muy extraño su comportamiento, y evitando no pensar mal, concluyeron que eran coincidencias que no se hablarán.

Griffith logró ser vizconde, algo inusual siendo un plebeyo cualquiera y no solamente consiguió aquello, también el rey le denominó "Fenix Blanco" y quisieron hacer una fiesta para celebrarlo.

La Banda estaban emocionados, nunca presenciaron una fiesta en un castillo, con banquetes llenos, vestidos y trajes lujosos y nobles y menos aún con la presencia de la corte.

Guts vio la oportunidad de hablar con Delthea y explicar o al menos saber que no está molesta,  todas las noches pensaba en ella y moría por dentro lentamente al no poder hablar con ella por su vergüenza.

En la fiesta, todos iban muy elegantes con sus mejores ropajes, Delthea iba con un vestido blanco bordado con encajes de color beige, su pelo recogido en un moño que caia en su rostro dos tirabuzones muy alegres, era tan menuda a causa de su enfermedad que la falda hacía más bulto que su cabeza.

El azabache al verla se reprimio más, pues según el, iba como un ángel y se merecía menos una correspondencia suya.

Entraron en el lujoso y gran salón, la música resonaba en toda la pieza, los invitados (que no eran pocos) charlaban, bailaban o gastaban bromas mientras picoteaban.

Se presentaron y cada uno fue a divertirse, Corkus tardo poco en dirigirse a las chicas más jóvenes y bellas, Pinpin se acercó con Judeau al banquete, Rickert jugaba con el perro de un noble.

Delthea ruborizada de los elogios de los presentes, se escondía en la espalda de Griffith, quien iba muy seguro de si mismo (como siempre), y aceptaba con extraordinarios modales los afectos de los demás.

Guts observaba en la lejanía a Delthea, imaginaba miles de escenas de él interviniendo y bailar con ella, pero en la realidad estaba muy tímido para llevar su plan al cabo.

Pensar que Delthea le ignorara o que  rechazase su disculpa, le mortificaba por dentro y su inseguridad y autoestima iba decayendo, pensando y confirmando que era un inútil por no prevenir lo siguiente, verla al lado de tantos hombres (aunque algunos ni caso le hacían) aumentaba su ira y su ineptitud, Guts sentía que se hacía cada vez más y más pequeño ante todos los hombres que conversaba con ella y lo que más dolor le causaba era ver que Delthea les daba una sonrisa introvertida y se apegaba adorablemente a Griffith pues le acobardaba tantas personas hablándole.

Ese sencillo gesto, en los ojos de Guts, era la cosa más dulce e inocente de todo el salón de baile, y con ganas de protegerla y evitar que siga en esta cruel sociedad, seguía quieto navegando en sus pensamientos.

Berserk (Guts) TERMINADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora