「 X 」

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No soy capaz, no sin ti


Keigo ya había logrado sobrellevar una semana en su nueva vida.

Aún le costaba y en realidad pensó que aquel sitio no era del todo malo porque a pesar de ser medianamente torturado en sus entrenamientos al principio, disponía de una gran variedad de buena de comida, de una cama, de una intimidad y sobretodo de una bañera-ducha con agua caliente.

Tal vez la hora del baño era su hora favorita.

Él mismo tuvo que organizarse, recibió algunos libros con los que impartiría las clases junto a cuadernos, así que aparte del horario con el que fue otorgado, creó para él mismo algo de tiempo libre y distribución de sus necesidades.

Así que todos los días se levantaba a las 08:00 de la mañana y para despertarse se metía en la ducha, regulaba el agua y limpiaba su cuerpo. Lo más difícil eran sus plumas, además de que sentía cosquillas al pasar la esponja por estas pero adoraba la sensación de sentir la espuma para que después el agua se llevase los restos de suciedad.

Tras esto, había días en los que se dedicaba el capricho de bañarse y llenaba la bañera para meter su cuerpo entero hasta los hombros, al ser más pequeñito podía caber mejor.

Entonces dedicaba ese tiempo a oler el rastro que dejaba el jabón, gel, champú o acondicionador. Le encantaban ese tipo de olores y que su cuerpo desprendiera ese aroma durante todo el día. Esto fue una de las primeras cosas que descubrió que le gustaban al entrar en aquella escuela.

Cosas básicas como esos gustos, y gustos a los que los demás podrían estar acostumbrados, él los atesoraba ahora.

Poco duraban estos pensamientos, al sentir sus mejillas enrojecer por el calor tan agradable que el agua le proporcionaba. Pensaba en su amigo y que él podría proporcionarle este mismo calor pero en seco.

Extrañaba aquellas llamas y el calor de su piel al usar su quirk.

Keigo sabía que la piel de Touya era fría, lo había notado, pero adoraba el calor que le daban aquellas manos.

Entonces se daba cuenta de que caía de nuevo en el sueño y abría los ojos a pesar de querer lo contrario, suspiraba su tristeza como si se deshaciera de esta y salía de la bañera, esperando un poco mientras sus plumas escurrían toda el agua absorbida.

Se alistaba, ropa limpia le llegaba cada día al cuarto, el uniforme de las clases cada semana limpio y a diario la de deporte para los entrenamientos.

Le gustaba colocar prendas pulcras en su cuerpo recién lavado a pesar de que solo disponía de dos conjuntos diferentes y eran los obligatorios.

Esto no le importaba a Keigo, era algo que ni siquiera pudo experimentar en su propia casa y disfrutaba de ello, como del baño, como la cama.

Como la comida.

Adoraba con toda su alma la hora del almuerzo.

Era alimentado a base de una dieta mediterránea, así que fue capaz de probar en solo una semana el aceite de oliva, mucha variedad de vegetales, cereales, leche, huevos, pescado y carne.

Aunque lo que más le gustaba era el pollo entre todo.

Aún así Keigo sabía que le tenían a dieta, a pesar de que él notase lo contrario, pues recibía menos cantidad de comida que otros alumnos para aumentar la velocidad de sus alas, formándole un cuerpo ligero.

Le hacían tomar mucha agua para proporcionarle energía y un buen funcionamiento del corazón, además analizaban cada semana su peso y sangre para mantenerle en perfecta salud, ya que los mismos de la organización notaron la desnutrición a la que estaba sometido Keigo.

Blinded by childhood, friendship and love Donde viven las historias. Descúbrelo ahora