CAPITULO IV

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Han pasado ya dos semanas desde que desperté y dos semanas desde que vi aquella foto, aun sigo en el hospital, debido a que el Doctor González apunta que es mejor que cuanto más tiempo este aquí, obtendré una mejor recuperación, lo veo una tontería, necesito salir ya de aquí, tengo muchas cosas por hacer, muchas cosas que descubrir y una persona que buscar.

A todo esto Carol ha estado la mayor parte del tiempo conmigo, siempre dándome ánimos y esperanzas, que sinceramente, no creo que se cumplan, al día siguiente de haber encontrado la foto se la enseñe a ella y la misma confirmó que ese chico fue el que me estuvo visitando, pero que al poco tiempo dejo de hacerlo, como mi familia, no puedo entender que unos padres  hayan sufrido aquella situación y dejen a su hija sola de la mano de Dios y lo más exasperante es que dejaran de llamar o enviar un simple mensaje, pero bueno ahora mismo eso lo menos importante para mí.

Durante estas dos semanas he estado acudiendo al fisioterapeuta del hospital para ir recuperando poco a poco movilidad, tanto en los brazos como en las piernas, también en algunos ratos libres iba a unos talleres de dibujo, que por cierto, no se me daba nada mal. Carol me dijo que esto me iba a ayudar a activar mi mente, pero casualmente no recuerdo nada, vaya sorpresa, nótese la ironía. 

Gracias a todas las terapias y actividades, el Doctor González dijo que dentro de poco me iba a dar el alta oficial y que estaba muy orgulloso de mi progreso, imagínate yo que por fin iba a salir de aquellas cuatro paredes blancas con ambientador de antiséptico.

Estaba atardeciendo, y como siempre escuche los pasos provenientes del pasillo, era Carol, podía asegurarlo por la forma en la que iba dando saltitos, cada vez más fuertes y ahí estaba ella entrando a mi habitación con una gran sonrisa, de verdad que cada vez que la veía sonreír así me daba escalofríos, es imposible que una persona pueda estar todo el día sonriendo.

Estuvo todo el rato parloteando tan rápido como su boca se lo permitía, estaba ilusionada porque dentro de poco se casaba, estaba loca con los preparativos, millones de revistas de vestidos de novias, flores, comida, fundas para sillas y todo lo inimaginable estaban esparcidas por mi cama, se le notaba ilusionada, sin embargo el Doctor González, su futuro marido, era más tranquilo, pasaba de esas cosas, lo dejo todo en manos de ella y por una parte lo entiendo, era demasiado intensa, pero de esa manera los dos se complementaban y era maravilloso.

En uno de los momentos en los que Carol estaba mirando un vestido, muy largo, demasiado pomposo, con brillantina y el corte palabra de honor, decidí interrumpir ese momento—Carol, ¿Te puedo hacer una pregunta?—Levantó su vista de aquella revista y sonrió.

--Ya la estás haciendo—Soltó una carcajada, conforme soltó eso, la mire de forma agria.

--Sé que ya hemos hablado del tema pero ¿Tú sabes que es lo que me paso aquel día? Eres enfermera, tienes que saber algo—Insisto diciendo esto último y noto como se tensa por la forma en que suelta la revista, a mi lado las dos miramos la fotografía de la que tanto hemos hablado, el aire se vuelve pesado y comienza a hablar.

--Kiara, lo único que sé es que te trajeron a este hospital, que era el más cercano de donde ocurrió todo, yo estaba aquí esperando la urgencia, no fui al lugar del accidente, simplemente te vi llegar en una camilla, toda amoratada con la ropa rasgada y aquel chico, bajando de la ambulancia, intacto—Dice mientras se levanta dándome la espalda—Tus padres llegaron al poco tiempo, se les notaba afectados, sin más, y aquel chico no hablo en todo el tiempo que vino a visitarte.

Sabe que no me quedo conforme con eso, solo por mi mirada, me pongo seria formando una línea con mis labios, me levanto de la cama y miro por la ventana, se aprecia una noche tranquila y se divisan algunas estrellas.

AMNESIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora