❝Tu aroma se disipó en el aire, tus mentiras ahora solo son ecos que resuenan en mis oídos, y las huellas de tus dedos, lejos de yacer simplemente en mi piel, ahora solo se aferran con fuerza, quemándome.❞
S E G U N D O L I B R O
Kita Nanami ya n...
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Jeno
Desde que fui un niño he seguido cada una de las pautas que mi abuelo me impuso para ser ese hombre ejemplar del que tanto aprendí. Sé que trabajar duro, sin descanso, te garantiza un futuro exitoso y próspero. No hay nada más importante que el trabajo, las reglas y las obligaciones para mí. No hay nada que se compare a la satisfacción que el éxito le brinda a mi vida.
Mi abuelo era abogado penalista, de los mejores de Seúl. Tenía su propio despacho, donde sus socios fungían en sus áreas. No había caso que le resultara imposible a una eminencia jurídica como Lee Jiwook. Supe que quería ser como él cuando un día no tuve ganas de asistir a la escuela y fingí estar enfermo para acompañarlo a su oficina. Él me enseñó todo lo que sabía, al pie de la letra, sin saltar detalles.
Entonces estaba seguro de que quería ser abogado.
Lee Jiwook no solo me enseñó todos esos conceptos complejos escritos en la constitución, sino cosas más trascendentales en la vida.
"Muchas cosas llegarán a tu vida por casualidad, hijo. Pero está solamente en ti el poder de hacer de ti, un hombre de éxito."
Desde que trabajo en este estudio, la mayoría de los casos que me son asignados son ganados. En cada nuevo que me es otorgado, doy lo mejor de mi, sin medidas. Siempre se puede dar más de lo que se dió en el anterior, siempre se puede ser el mejor. Eso es lo que quiero, ser el mejor. Y lo quiero desde que me puse un objetivo en el camino: llegar a ser juez. Para alcanzar ese puesto debo de tener limpio mi historial, debe ser perfecto. Con el paso de los años, los requisitos para que pueda lograrlo son cumplidos, solo queda el último paso.
Una recomendación.
Podría ser fácil conseguir algunas de cualquier juez, pero ninguno de ellos se comparaba a Ryota. Él trabaja con nosotros desde hace bastante tiempo, es como una deidad, por así decirlo, para el jurado. Cualquiera que lo ve entrar a la corte no puede evitar hacer una reverencia con respeto.
Ubicado en su oficina, me tomo el tiempo de respirar profundo, mientras el anciano empuja una taza de café por la superficie de la mesa del centro. La recibo, agradeciendo con una inclinación de mi cabeza.
ㅡLee, es un placer poder hablar contigoㅡ amablemente, inicia con la conversación. ㅡ¿Qué tal el trabajo, hijo?
Doy un sorbo a la cafeína, para depositar la pieza de porcelana de vuelta al mueble.
ㅡDe maravilla. Tengo treinta y siete casos que estudiarㅡ le explico.
ㅡEres verdaderamente popular en este despachoㅡ libera una risa ronca, cruzando sus brazos. ㅡEstoy orgulloso de lo mucho que has crecido desde la primera vez que te vi. Siempre supe que serías alguien especial, un elemento indispensable para este edificio.
