5 | No confíes ni en...

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Tiempo atrás.

Hora incierta.

Miraba por la ventanilla del auto esperando aparcar por fin en su destino final a pesar de tener unos cuantos minutos de haber salido de su lejana residencia.

Las calles y los transeúntes pasaban como un borrón ante sus ojos y con la misma velocidad que aparecían se iban. El sol de verano rellenaba el interior del auto desde el asiento delantero hasta el trasero, molestando sus ojos con miopía y reflejando de lleno con sus gafas.

El calor la obligo a ponerse un vestido de tirantes color amarillo mostaza, que le llegaba justo a las rodillas, con unos converse blancos.

Regresó la vista dentro del auto y notó que él movía los labios: estaba hablando con ella. Sin embargo, ella no podía oírlo, sintió un poco de remordimiento al no estar al pendiente de lo que dice su padre pero ese remordimiento se fue tan rápido como llegó, y siguió examinando las afueras de la ciudad.

Dirigió la mirada a la ventanilla y recorrió el exterior borroso nuevamente, sintió compasión de la gente que caminaba bajo los horribles rayos del sol y que podrían ganar una insolación por no utilizar algún transporte.

Este mes el clima ha estado igual que ella, en especial cuando parecían intercalarse la lluvia y el sol para salir y molestar. Siguieron conduciendo en —lo que ella toma como— silencio, bajo los abrasadores rayos del sol pero con el clima del auto encendido, odiaba que su cabello revoloteara cuando la ventanilla estaba abierta, así que prefiere no abrirla.

La ciudad queda a cuarenta minutos de la granja donde nació, así que ya se estaban acercando, movía la cabeza al ritmo de su canción favorita y cantaba susurrando.

Pararon en un semáforo en rojo y alcanzó a percibir un movimiento cruzar la calle, una joven mamá con su hija pasaban, la niña montada en una bicicleta con ruedas de entrenamiento pasaban por delante de ellos, la madre se reía e intentaba caminar veloz y la niña pedaleaba cada vez más despacio, sintiendo el calor del sol sofocando su pequeña anatomía, ella se le quedo viendo mas de lo que debería, con un poco de celos, pero volteo a ver a su lado y supo que no necesitaba una.

<Que absurdo.> Pensó, negando con la cabeza y sonriendo.

Cualquiera podría pensar que Magnolia se deja llevar por sus sentimientos y sus emociones, podrían estar en lo correcto, la verdad es que nadie ha descifrado a la muchacha como debe de ser.

Es fría y calculadora a simple vista, te estudia con la mirada y tiende a darte un diagnóstico de algún síntoma de ansiedad o enfermedad mental que ella catalogue que tienes, todo en absoluto silencio.

Siempre está un paso delante de los demás, podrías pensar que solo es una señorita de dieciocho años introvertida, la verdad confirma que huye de las multitudes, fiestas o celebraciones, solo tiene dos amistades; Dorian y Kally, quienes estuvieron con ella desde el preescolar.

Bitácora De Un Asesino [Pausada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora