capítulo 8

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¡Estúpida tú! 

Capítulo 8.

Caminamos por el pasillo comentando el éxito de la reunión, pudimos firmar con Fournier un logro más para nosotros. Y de repente escuchamos unos gritos. Paola, fui el primero en salir corriendo. Desesperadamente busco en mi saco las llaves de mi oficina, abro la puerta y entro.  Mateo y Katia me siguen.

Camino a grandes zancadas y llego hasta ella, está acostada en el mueble, sacude sus manos como si luchara con alguien, la sujeto con fuerza y acaricio  su rostro.

—¡Nena, Paola! —Ella se sigue moviendo y grita que la suelte— .Nena, soy yo—vuelvo a moverla.

Abre los ojos y me mira aterrada, sus manos están heladas, sus pupilas más dilatadas de lo normal, está temblando, sostengo sus manos, ella mira a todos lados.

—Había alguien aquí —susurra con la respiración agitada.

Le sujeto la barbilla y le levanto la cabeza para que me mire. 

—Nena, no había nadie, solo fue otra pesadilla. 

Niega, sigue muy nerviosa, sus manos parecen hielo, eso solo le pasa cuando tiene miedo. 

—Había alguien aquí. 

Puedo escuchar los latidos acelerados de su corazón. Katia se inclina para quedar a su misma altura.

—Amiga tranquila, solo tuviste un mal sueño. Escuchamos tus gritos desde el pasillo, Álex abrió la puerta y no había nadie. 

—Es imposible, la puerta estaba cerrada —añade Mateo.

La rodeo con los brazos y la abrazo con fuerza, le beso el pelo. 

—Solo fue otra pesadilla mi mocosa, tranquila, aquí estoy, nada va a pasarte.

Desliza sus manos por mi espalda y se aferra a mí. 

—Tengo miedo —murmura en un pequeño hilo de voz. 

—Lo sé nena, ya pasó, tranquila mi vida —le beso suavemente la comisura de la boca—, seguro fue porque te dejé encerrada, discúlpame. 

Me mira fijamente, puedo ver un miedo tan grande a través de sus hermosos ojos bipolares. Solo pensar que el haberla dejado encerrada le causó un episodio de miedo. Tal vez regresó atrás y recordó algunas cosas, no me lo perdono, sé que la saco de quicio de muchas maneras, pero odio verla así. 

—Yo lo sentí, no parecía una pesadilla, es la sensación más fea que he sentido, aunque antes ya lo había vivido… —una lágrima rueda por su mejilla— . Esa fea sensación de que alguien te observa, como si te traspasaran con la mirada, como cuando… 

La interrumpo, sé perfectamente que recordó. Vuelvo a abrazarla con más fuerza, acaricio su pelo. 

—Mi mocosa, no pienses en eso, solo fue una pesadilla horrible, solo eso. 

Le sujeto la cara entre las manos y veo sus bellos ojos bipolares cristalizados. Dejo un beso en su frente. 

»Mateo, llama a seguridad, revisemos las cámaras, así mi flojita estará más tranquila, ¿verdad? 

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