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En Francia diciembre empezaba, y con el también se acercaba el frío. Los días duraban menos y las noches se hacían más extensas.

Para la navidad todos se preparaban, desde los suburbios de la ciudad, con pequeños arboles del campo y algunas luces que se podían permitir, con un pequeño pavo asado y patatas al horno. No era mucho, pero la familia estaba, por lo que eran felices.

Este era el caso para nuestra protagonista, cuyo nombre es Adriane. Quien vivía en una humilde casa, a las afueras de la ciudad de Milán.

No era una chica que se considerara fea, al contrario era muy hermosa. Pero no se podía apreciar su belleza, su presupuesto mínimo le alcanzaba para lo necesario de ropa y comida, no podía permitirse ropa de marca o maquillaje, pero ella estaba bien con eso, como ella decía: "estoy acostumbrada".

El último día de colegio antes de las vacaciones por navidad y año nuevo empezaba, no era nada emocionante, al menos para ella.

Todos lloraban y se abrazaban, la directora daba un discurso de más de 30 minutos de duración agradeciéndoles... ¿Por qué? ¿Por haberla fastidiado todo el año? En fin, un montón de hipócritas, otra vez, al menos para ella.

Los supuestos novios perfectos que se abrazaban y lloraban se engañarían en las vacaciones, los supuestos "amigos hasta la eternidad" no se escribirían ningún mensaje durante las vacaciones, Y a las chicas no dotadas con dones de belleza que decían que solo importaba lo interior, volverían llenas de cirugías plásticas en el rostro y en el cuerpo. Por lo tanto para ella era lo peor.

"una manga de hipócritas"

Regreso a su casa agotada, de tanto llanto y "amor". No se consideraba una persona amorosa, mucho menos melosa, todo lo contrario a sus padres, que eran tan sociales y amigables como nadie. Ella nunca se puso a pensar todas las diferencias entre ella y sus padres, lo que los aliviaba.

Entro a su habitación cerrando la puerta con una leve patada, sin hacer ruido, se lanzo hacia su cama y encendió su celular, que no era nuevo ni de alto modelo, solo servía para lo esencial. Al poco tiempo cayo rendida hacia los brazos de Morfeo.

Aproximadamente media hora después se despertó por el ruido de la puerta sonar, sus padres no estaban en casa, pensó que podría ser alguna vecina amiga de su mama, fue hacia la puerta y la abrió.

-mi mama no se encuen...- se calló al darse cuenta de que no era una de sus vecinas si no que un muchacho de su misma edad, o al menos eso pensaba ella, yacía en el umbral de la puerta mirándola fijamente.

Ambos se miraban, había algo en el otro que les resultaba familiar, ella no lo sabía, pero el sí.

-Ho-hola, soy adrian. ¿pu-puedo pasar?- pregunto el chico tartamudeando, había esperado este momento toda su vida.

O desde el momento que descubrió que tenía una hermana gemela.

-s-si, pasa- ella le dejo entrar, por alguna razón confiaba en aquel chico. se sentía nerviosa, y no sabía porque.

Dicen que cuando un hermano gemelo experimenta emociones fuertes, el otro puede sentirlas levemente.

Ambos entraron y ella cerró la puerta detrás suyo, cuando se volvió a mirarlo ahí se dio cuenta.

Mismos ojos, mismo rostro, mismos labios. ¿Cómo es que se parece tanto a mi? Pensó para sí misma.

-t-tu ¿Quién eres?- lo interrogo ella, el trago saliva, estaba mentalmente preparado para decir la siguiente frase, o al menos eso pensaba.

gemelosWhere stories live. Discover now