❝𝘌𝘮𝘣𝘳𝘢𝘴𝘴𝘦 𝘮𝘰𝘪❞

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Guren y Shinya habían sido amigos desde hace muchos años, practicamente fueron creciendo juntos, como fueron creciendo sus sentimientos por el otro. Un día, tras un suceso, se dieron cuenta que lo que sentian no era amistad, y desde ese momento, su vinculo cambió a algo que ninguno puede definir, pero es algo un poco más.. especial.
De todas formas, la única persona que sabe exactamente lo que siente y lo que quiere, es Shinya, mientras que Guren aún no asimila bien qué es lo que le pasa.

O quizás sí lo sabe, pero no podría admitirlo, puesto que "él merece algo mejor".








Y así transcurrió el tiempo, las noches, los meses, las estaciones se detuvieron en una tarde de invierno, casi al atardecer, afuera, el suelo estaba cubierto por la nieve, era una escena digna de admirar.
Ese día, Guren salió exclusivamente a sacar la basura, pero cuando se dirigió a la puerta, se encontró con una nota firmada por Shinya que lo invitaba a ir a un bar en dos horas. El pelinegro se extrañó ¿tanto le costaba mandarle un mensaje? Pensando en esto, suspiró mientras formaba una pequeña sonrisa, sin dudas su.. contrario, era un adorable idiota.

❍️ ❍️ ❍️

Sorprendentemente, Guren habia llegado puntual al lugar del encuentro, bastante puntual al parecer porque el albino ni siquiera se encontraba allí todavía, lo que quería decir que tendría que tomar asiento en alguna de las mesas y esperarlo ¿verdad?

❍️ ❍️ ❍️

10, 20, 30 minutos fueron los que él se mantuvo ahí sentado, escuchando sin demasiada atención a algunas de las bandas que subian a ese viejo escenario, al pelinegro se le estaba agotando la paciencia, así que en un momento, harto de aguardar a que esa tan conocida y refinada silueta cruce la puerta del bar, se levantó y agarró su saco dispuesto a irse, cuando de pronto, escuchó el dulce sonido de un piano, no pudo evitar dirigir rápidamente la mirada en dirección a esa magnifica melodía.

Fue entonces cuando lo vió.





Era él, ese chico angelical de rasgos delicados, con unos ojos azules que brillaban más que cualquier luz que podría haber visto, llevaba puesta una camisa blanca y un chaleco negro, acompañados de un pantalón de vestir que le quedaba algo ajustado y unos zapatos, ambos también de color negro.
Guren quedó obnubilado ante esta imagen, la tenue iluminación del escenario dejaba ver con más detalle a Shinya, quien parecía perdido en la música que estaba tocando, totalmente concentrado en las frías teclas. Y cuando el pelinegro pensó que el momento no podría ser más perfecto, el ojiazul comenzó a cantar.
Su voz encajaba perfectamente con la melodía, era dulce, clara, fuerte... simplemente hermosa.

“Te dejaré algunas palabras debajo de tu puerta, debajo de la luna cantando, cerca del lugar por donde pasan tus pies, escondido en los agujeros del invierno”.

Guren se había vuelto a sentar, sin sacarle los ojos de encima a aquel chico ni un solo momento, estaba hipnotizado ¿cómo es que nunca antes lo habia escuchado cantar? Se sentía bendecido en ese mismo instante.

“Y cuando estes solo por un momento.. “

Luego de este verso, Shinya alzó la cabeza del piano y dirigió su mirada directamente al que, en su opinión, era el hombre más tierno y bello del lugar, a la única persona a la que quería dedicarle esta y otras miles de canciones más, aquel muchacho que amaba más que a nada en el mundo, ese que vivía robandole la calma hace años, al que esperaría la vida entera si es necesario, Guren.

“Bésame...
cuando tú quieras”.






En ese momento, todo se detuvo, ya no habia nadie, sólo eran ellos dos mirándose, apreciandose, nada más. Para las demás personas, este era un acto normal, algo de todas las noches, nadie se daba cuenta de lo que sucedía, este era un lenguaje en el que sólo Shinya y Guren podían entenderse, en ese instante, ambos se hablaban sin hablar, reían sin reír, se estaban amando a través de una dulce mirada que lo decía todo. No necesitaban más, el pelinegro dejó de dudar, ya no podría vivir sin profesarle su amor a ese precioso chico, lo necesitaba, ansiaba quererlo, quererlo como si de un adolescente enamorado se tratase.

Cuando el peliblanco bajó del escenario con esa sonrisa tan radiante y caracteristica de él, fue en dirección a Guren, el cual al ver que se aproximaba, se paró de su silla, nervioso.
—¿Y bien? ¿qué te ha parecido? —
El de ojos amatistas no dijo nada, solo se abrazó fuertemente, pero sin lastimarlo, al cuerpo del contrario, quien se sorprendió por el repentino acto de este, él no solía abrazarlo, sin embargo, no dudó en corresponder
—Shinya— llamó con una voz suave, la cual estremeció al recién nombrado —dime— dijo respondiendo al llamado —También me gustas—
El albino abrió los ojos sorprendido, pero luego cambió su expresión a una que desbordaba ternura y lo abrazó un poco más fuerte. Luego se separaron, y sonrojados, se sentaron en la mesa para poder charlar más tranquilos.

❍️ ❍️ ❍️

Cuando volvieron del bar ya era tarde, así que Guren decidió dejar que Shinya se quede en su casa esa noche. Se diviertieron mucho, pero claro, el sueño y el cansancio comenzaba a invadir sus cuerpos, entonces, despues de un rato, los dos, por separado, tomaron una relajante ducha para luego ir a la cama.
—Si estamos abrazados de esta manera.. significa que ya somos pareja ¿no?—
Dijo el ojiazul mientras acariciaba el pecho de su contrario —Supongo.. ¿quieres que seamos pareja? — lo miró el pelinegro alzando una ceja — Mmm dame un tiempo para pensarlo ¿si? 1, 2, 3, 4 ¡sí! ¡sí quiero, idiota!—  exclamó al mismo tiempo que se aferraba más al cuerpo de su, ahora, novio. Pero luego, Guren levantó el mentón de Shinya y se lo quedó mirando fijamente a los ojos por unos segundos, no podía creer que tenga al albino entre sus brazos dirigiendole esa mirada tan adorable, ya no podía resistirlo más, tenía que besarlo. Y así, ambos fueron bajando la mirada hasta llegar a los labios del otro, después, comenzaron a acercarse lentamente hasta que por fin pudieron unir sus bocas en un pequeño pero muy tierno beso, ese era el primero de muchos, muchos más.
—Dijiste que podía besarte cuando quiera ¿no?— bromeó mientras formaba una sonrisa ladina que hizo que el chico de piel palida enrojezca rápidamente y bajara la mirada —¡Duermete de una vez!— dijo escondiendo su rostro en el pecho de su amado, lo cual no podía resultarle más tierno al Ichinose, entonces él llevo una de sus manos a los cabellos del ojiazul y comenzó a acariciarlos suavemente hasta que ambos quedaron profundamente dormidos.

Profunda y felizmente dormidos.

🌹 Fin. 🌹

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Te dejare notas || 𝘖𝘯𝘦 𝘴𝘩𝘰𝘵 ✰Donde viven las historias. Descúbrelo ahora