Cuando por fin me había quitado el vestido y me había puesto ropa cómoda, me tiré en la cama boca arriba. Me quedé hipnotizada mirando el techo pintado de color crema sin realmente prestarle mucha atención, debido a que en mi mente solo podía reproducirse una y otra vez esa última escena. Todavía me costaba asimilar todo lo que le había dicho Axel a Erika. En cuestión de un minuto había soltado tantas cosas que podía notar como mi mente tenía varias lagunas, pero lo que no podía sacarme de mi cabeza era como había defendido nuestra relación.
Dos minutos antes podía jugarme la mano en el fuego que Axel iba a reaccionar con sus celos, que a veces, lo cegaban de tal forma que era imposible razonar con él. Esto es algo que tenía mucho debate, porque es cierto que si una persona siente celos es porque no le eres indiferente. Pero por otra parte, los celos de Axel siempre me habían parecido excesivos, como por ejemplo cuando en el último día de grabación se percató que Leo y yo nos mirábamos, podía asegurar que su mirada irradiaba rabia por todas las esquinas de su pupila.
Pero los celos de Axel era algo que tenía que aceptar como que él era un chico moreno de ojos verdes y con un corazón que muy pocos conocían. Porque por culpa de Erika todo el mundo conocía a un Axel que realmente no era el chico que yo quería. De hecho, eso es algo que mi madre me dijo unas semanas después de todo lo que sucedió con Erika. Ella estaba segura que el Axel que había detrás de las cámaras era mucho mejor que el Axel delante de ellas. Y de hecho, estaba en lo cierto.
Porque el Axel detrás de las cámaras no era un Axel determinado por el chantaje de Erika. Era un chico sencillo, que no le daba miedo decir lo que sentía. Un chico alegre, despreocupado, lleno de vida y con unas ganas increíbles de querer amar y ser amado. En cambio, el Axel de las cámaras era un chico demasiado complicado de comprender cada movimiento, reservado, callado, serio y que parecía estar amargado. Y era la verdad, porque Erika había conseguido que una experiencia tan increíble como la de tener un trono, se volviera en una auténtica pesadilla.
Pero supongo que no valía la pena pensar en todo esto, porque la final de Axel estaba a la vuelta de la esquina. De hecho, solo quedaban dos días para terminar con todo esto. Después podríamos formar una pareja normal y seguramente tendremos que volver al programa un par de veces para explicar lo genial que nos
va nuestra relación, pero eso no me importaba. Porque a partir de ese día, todo lo que contaríamos sería real.
Y hablando de realidades, por otra parte, estaba Leo. Todavía no podía terminar de olvidar la última vez que hablamos por teléfono. Al final él consiguió lo que quería. Le expliqué mi historia de mi pasado con Axel. Él se mantuvo callado mientras yo le explicaba detenidamente los recuerdos de ese día en que un niño se enfrentó a dos matones para recuperar mi mochila. Cuando terminé, él se dignó a decir que ahora las cosas tenían más sentido, pero que habían piezas que todavía no le encajaban.
Y era normal.
Leo desconocía los chantajes que nos hacía tanto a Axel como a mí. Obviamente el de Axel no se lo expliqué porque no podía olvidar que él era gancho del programa y el juego de Erika se iría al traste. Y por supuesto, como consecuencia todos los secretos de la familia de Axel saldrían a la luz. Pero el chantaje que Erika me estaba haciendo a mí y que por fin Axel había descubierto, en parte, a él también le perjudicaba. Aun así no podía contárselo. Si el programa se enteraba que Leo y yo seguíamos manteniendo contacto fuera del programa teniéndolo terminantemente prohibido, él podría perder su trabajo.
Así que, ojos que no ven, corazón que no siente. A veces no todas las verdades tienen que salir a la luz. Pienso que al final las personas siempre piden sinceridad, pero que luego no están preparados para escucharla. Y creo que Leo no estaría listo para escuchar el chantaje que estoy sufriendo ni tampoco lo que él comienza a provocar en mí. Y ese era el peor problema. Axel me había defendido delante de Erika. Había confiado ciegamente en mí, ignorando sus celos y ahora yo le estaba fallando. Le estaba fallando porque no estaba siendo tan sincera como él lo estaba siendo conmigo.