Las frías paredes de aquello que para un niño es desconocido fue lo único que Julián recuerda como hogar, una madre insensible le abandonó en un viejo orfanatorio de la ciudad, a su temprana edad tuvo que enfrentarse a los abusos de alumnos mayores, teniendo como único amigo a un anciano profesor de música, su única compañía y aquel que le escuchaba sin importar nada, Diego.
La vida en ese lugar se torno cada vez más difícil, un grupo de alumnos lo golpeaban hasta cansarse siendo apenas un niño de 8 años, un rubio de orbes doradas perteneciente al grupo de los mayores se opuso al maltrato al ver cómo el niño casi agonizaba en el suelo del sucio baño, una golpiza fue lo que obtuvo pero su objetivo se cumplió, se levantó con pesadez y ayudo a Julián para que pudiera recibir atención en la enfermería, en ese momento una amistad había nacido de un mero acto de impulso, Miguel y Julián serían inseparables en los próximos años.
— Me llamo Julián, ¿Tú?
— Miguel...
— Lamento que hayas salido herido por culpa mía— extendió una toalla húmeda que la enfermera había dejado a un lado limpiando sutilmente sobre las manchas carmín que cubrían el lateral del fino rostro que el rubio poseía.
— Fue mi decisión.Algunos días pasaron, Julián se encontraba sobre la litera de su dormitorio compartido mirando por la ventana y escribiendo versos de poemas que jamás había recitado en público.
— Tadan, ¿adivina a quién cambiaron de pabellón?
— ¡Que bien! Ahora seremos compañeros de litera.
Ambos jóvenes de sentaron en la cama superior, e intercambiaron algunas cosas personales sobre su familia y como habían llegado a aquel sitio, por un momento Julián sintió que pertenecía a un lugar al fin, era feliz de estar junto a Miguel.
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Intrínseco
RomanceAquel sentimiento que nació de la inocencia, del dolor y del vacío. Un amor puro que se empañó por lo desconocido, por el miedo y la ignorancia. La historia que no fue contada, las dos caras de la moneda. ¿Qué es lo que provoca perder lo único que a...