"La Nada."

287 37 1
                                    

Estaba empapada y con un humor de perros. No sabía a dónde ir.
Emprendí un camino el cual sabía que me podía arrepentir, pero fue lo único que se me ocurrió en ese momento.

Toqué el timbre de la casa de Bradd. Pasado un minuto, este me abrió. -¿Ella? -Me miró de arriba abajo sorprendiéndose del aspecto de muerta de hambre que tenía. -¿Problemas en el mundo de los vampiros? -Bromeó. Pero me asusté porque había acertado de pleno en lo que había dicho.
-¿Puedo ducharme aquí? No quiero que mi madre me vea así.
-Claro, pasa.-
Le hice caso.
-Espera aquí, te daré una toalla. No quiero que me mojes toda la casa.
-Qué majo eres. -Dije con sarcasmo.
-¡Encima de que te dejo entrar en mi casa!
-Vale, vale.-
Me trajo la toalla. -¿Por qué no has ido a casa de Stephan, Mimite o alguno de estos?
-No me sé sus direcciones. -Dije secándome. -Ya me ha costado bastante encontrar tu casa.
Bradd soltó una carcajada. -Te acompaño al baño.-
Era la primera vez que veía su casa por dentro. Era grande y bonita. Se notaba que tenía alguien que le limpiaba y ordenaba.
-Es aquí. -Abrió una puerta blanca.
Me quedé mirándole con un silencio incómodo.
-¡Oh! Espera. Te traeré algo para que te cambies.-
Me esperé en la puerta del baño mientras me secaba el pelo con la toalla, ya que seguía empapada. Me encontraba nerviosa por estar en la casa de mi ex, sobre todo porque yo le había dejado a él y había sido reciente.
Volvió en 5 minutos con un chándal rojo que se aproximaba a mi talla y más toallas. -Ropa deportiva de chica. -Me lo entregó todo. -Sólo tengo cosas de la marca Horton. Al menos esto no te quedará tan enorme. -Se quedó mirándome.
-Gracias, en serio. -Le correspondí con una sonrisa lo más sincera que me fue posible.

Me duché lo más rápido que pude para no pasar mucho tiempo en su casa.
Cuando ya casi me había vestido y me estaba terminando de poner la parte de arriba del chándal Bradd abrió una rendijita la puerta para asomarse, y, al ver que yo ya estaba vestida, la abrió del todo y entró.
Yo traté de no inmutarme y me comencé a pasar una de las toallas por el pelo para quitarme la humedad.
Bradd comenzó a darme besos en el cuello de una forma cariñosa y confiada. Traté de apartarme y él me sujeto los brazos suavemente. Luego bajo sus manos hasta mi cintura.
-¡¿Qué haces?! -Exclamé irritada.
Él paró y se separó un poco de mi como para poder mirarme a los ojos desde detrás mío. -¿No habéis roto? La vampiresa y tú.
-No... -Dudé de mí misma. -Bueno, creo que no. Sólo hemos discutido.
-¿Entonces por qué vienes a ducharte a mi casa? -Trató de pegarse a mi de nuevo.
Yo me aparté. -Ya te lo he dicho. No quería que mi madre me viera con estas pintas. -Suspiré sintiéndome tonta. -Lo siento si ha podido parecer una intención que no era.
-Es igual. Os habéis peleado. Os habéis dado un tiempo. -Se puso enfrente de mí con mirada cariñosa aún y me tomó de la mano. Noté que su pulso estaba súper acelerado, era la primera vez que le sentía así de nervioso. Yo en cambio estaba tranquila. -¿No podemos simplemente ser amigos...? De esos, ya sabes.
Me quedé pensando por un segundo ante su propuesta. No quise malinterpretarle pero estaba casi segura de que me estaba proponiendo acostarse conmigo en ese lugar y en ese momento. -Yo no hago esas cosas.-
Puso una mueca de desdén y luego subió su mano por mi brazo acariciándome. -Perdona. Es que, aquí no hay tanta gente, ¿sabes?
-¿Pero tú no te ibas?
-Estas cosas siempre se retrasan. -Se apartó con un suspiro que mostraba agobio. -No sé cuánto tiempo más tendré que aguantar en este muermo de pueblo.
-Lo siento.
-¿No hay ni una retoma posibilidad? -Me volvió a mirar a los ojos.
Negué con la cabeza. -Ni una sola.
-Tú la quieres, ¿no?
Me quedé pensativa. Si tenía claro que la quería, entonces, ¿qué había hecho? -Sí, claro. -Dije aparentando seguridad.
-Entonces, ¿qué haces aquí?
-Es complicado. -Dudé. -No sé si puedo hablarte de ello.
-No, si al final me voy a convertir en el confidente de mi propia ex. -Se carcajeó con sarcasmo y se fue del baño para sentarse en la cama de la habitación que estaba justo al lado.
Yo le seguí y me senté callada a su lado tratando de hacer que se sintiera comprendido. -¿Por qué no sales con alguien más?-
Me sonrió. -Las chicas de aquí están vacías.
-¿Vacías?
-¿No te has dado cuenta? Sólo me quieren por mi fama.
-Con lo guapo que tú eres... -me detuve -Quiero decir, eres un amor de persona.
-¡Pues sal conmigo!
-Ni loca.
-¡Viajemos juntos a Nueva York!
-¿A Nueva York? -El corazón se me encogió sólo de imaginármelo. Sentía ganas de irme rápido de allí, pero no sabía cómo hacerlo sin quedar como una maleducada con Bradd. De todas formas, tampoco sabía bien a dónde iba a ir a continuación.

Me volvió a coger de la mano. Su pulso aún estaba acelerado, aunque menos.
-¿Tanto te importo? Creo que nuestra relación no ha sido muy real, sinceramente.-
Se encogió de hombros. -No quiero estar sólo. Ni triste. -Trató de besarme de nuevo.
Le aparté con mi mano. -Creo que debería irme.
-¿Por qué?
-Esto es incómodo para los dos. -Me levanté de la cama. -¿Cómo te devuelvo el chándal?
-Ella. Sé honesta.
-¡Estoy siendo honesta!-
Me miró con su cara de ángel. La cara con la que solía derretirme cuando salía con él.
-Estoy enamorada de Marmalade. -Dije un poco sorprendida conmigo misma de haber dicho eso.
Bradd se quedó ahí plantado sin saber qué decir.
Yo aproveche para salir corriendo de allí antes de que me quisiera besar otra vez.
-¡Puedes quedarte el chándal! -Me gritó al otro lado de la puerta.

Yo no paré de correr, aunque no sabía hacia qué dirección estaba yendo.
Cuando llevaba unos diez minutos corriendo y comenzaba a cansarme vi pasar de largo a Stephan. -¡Pero bueno! -Gritó al verme.
-¿Stephan? -Dije sin detenerme.
De pronto resbalé con algo y me caí dándome un golpe súper doloroso con el suelo en la espalda y cabeza.
-¿Te has hecho daño? -Una voz familiar retumbó en aquel lugar.
Vi a Kate tendiéndome la mano para ayudarme a levantar del suelo. Se la acepté y luego caí en la cuenta de que no podía haberme encontrado con ella. -¿Kate? ¿Qué haces aquí?
-¿Qué haces tú aquí?-
No pude obtener respuesta cuando oímos un estruendo enorme.
Miré a mi alrededor para averiguar de qué se trataba. Estaba oscuro. -¿Dónde estamos?-
Me cogieron del cuello por detrás y me pusieron contra una pared. -Vi la cara del demonio que había estado antes sujetando a Marmalade. Luego noté un filo helado en mi nuca. -¡Albert! -Recordé su nombre mientras veía toda mi vida pasar a través de mis ojos. -¿Por qué lo haces?
-Me han ordenado tu muerte.
-¡No! -Su mano apretaba cada vez más mi cuello y apenas podía respirar. -¡Yo voy a aceptar! -Me soltó y volví a caer al suelo.
Recuperé el aliento. No tenía ganas de volver a levantarme.
-Esto es "La Nada". -Me susurró Kate agachándose para hablar conmigo. -Ella, ¿pero qué...?
-Eso explica por qué está todo tan oscuro. -Yo no había perdido de vista al demonio. Aún seguía ahí. Vi cómo se masajeaba los puños para prepararlos y darme una paliza. Katherine también lo vio, y menos mal que me pudo defender, porque yo no hubiera aguantado ni un minuto.
Oí los gritos de Kate lanzándose contra el musculoso Albert mientras yo aún seguía tumbada en el suelo.
Traté de levantarme, pero la parte de atrás de mi cabeza me dolía mucho de los impactos.

-¡Ella, estás sangrando!-
Miré el suelo a mi derecha. Efectivamente estaba lleno de sangre. No podía creer que toda esa sangre hubiera salido de mi cabeza. Traté de palparme la nuca para ver si tenía heridas.
-¡No! No te muevas. -Dijo una voz masculina.
-¿Stephan? -De pronto, Albert y Katherine se habían desvanecido y arrodillado a mi lado preocupado sólo estaba Stephan. ¿Había sido una ilusión producto del golpe?
-¿Qué ha pasado?
-No hables. Estás perdiendo mucha sangre y yo no sé cuidados médicos.
-Tienes que detener la hemorragia. -Cerré los ojos.
-¡Llamaré a una ambulancia!
-¡No! ¡A una ambulancia no! -Traté de abrir los ojos, pero estaba todo borroso.

<No. Otra vez a perder el conocimiento no, por favor.>

Cuando ves llorar a una vampiresa de ojos negros.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora