Maletas

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Gon despertó con un enorme dolor de cabeza y un sonido bastante molesto, cómo si estuvieran desordenando su departamento. Se puso de pie y asomó la cabeza por el pasillo para encontrar a Killua metiendo todas sus cosas en una gran maleta.

-¿K...Killua?-

El albino lo miró con tristeza y continuó guardando sus cosas con rapidez.

-¿Por qué tienes maletas?- Inmediatamente miles de flashbacks inundaron su cabeza.

-¡No! ¡No te vayas Killua!- Empujó las maletas lejos y se aferró a su cuerpo con fuerza al mismo tiempo que empezaba a sollozar. -No quiero aprender a vivir sin ti.-

-Gon... Suéltame.- Lo corrió con fuerza mientras Mía entraba por la puerta.

-Gon, deja de molestar a mi novio.- Sentenció seria y molesta haciendo entrar a Gon en razón.

En cuestión de segundos abandonaron el departamento dejando al moreno con un enorme vacío, intentó correr tras ellos, pero ya estaban subidos en un taxi desapareciendo en los suburbios.
Killua lloraba sin detenerse preocupando a la chica que lo acompañaba, ya que intentaba comprender su dolor pero simplemente no lo lograba.

Treinta minutos después el moreno comenzó a recorrer el departamento mientras arrastraba sus pies levantando con el polvo, los recuerdos de lo feliz que siempre fue con Killua.

Se había llevado su cepillo de dientes y su peine para el cabello, no eran objetos muy grandes pero lograban una enorme diferencia en ese frío baño.
Miró la ducha y recordó la vez que se cayó en ella, Killua tuvo que ir a socorrerlo en ese entonces. Llevaban un mes viviendo juntos, así que supuso que en esos tiempos Killua estaba enamorado de él, pero ¿Cómo eso podía ser posible?
Siempre había sido una persona torpe y Killua lo sabía más que nadie, actuaba cómo un idiota frente a él porque era la persona en la que más confiaba en el mundo, hacía malos chistes y no se bañaba en días, realmente era todo un caso.

Salió del baño y fue a la cocina, Killua había dejado la taza que tanto le costo conseguir a Gon para su cumpleaños.
El albino iba a cumplir dieciséis años y quería una taza que cambiara de imagen de acuerdo a la temperatura del agua, ya que era una novedad en esos tiempos. Gon recorrió miles de tiendas esa semana, pero en ningún lugar vendían el dichoso objeto. Cuando por fin dió con ella, se le quebró, así que tuvo que mandar a hacer una taza personalizada con una foto de ellos dos, no era lo que Killua quería, pero realmente lo había hecho feliz.

Siguió caminando y vió un feo imán pegado en el refrigerador. Se lo habían comprado a una señora que vendía decoraciones en la calle, ya que se veía ilusionada porque ese imán lo había hecho su nieto. Killua traía dinero, así que decidió hacer feliz a la anciana comprando esa horrible decoración.
En ese momento Gon se sintió orgulloso de su mejor amigo, pero recién ahora pudo entender que orgullo no era la palabra correcta para definir lo que sintió en esos momentos.

Si dirigió al cuarto del peliblanco y un fuerte dolor en el pecho lo atacó. Sus cajones estaban vacíos al igual que sus repisas, la cama se encontraba igual que ayer, lo que significaba que Killua ni si quiera había dormido allí anoche. Se recostó con cuidado y aspiró el aroma de una almohada, olía a él. Cuántas veces habían dormido ahí juntos cómo "amigos" conversando hasta quién sabe que hora y rozando sus manos en pequeños "accidentes."  La noche en la que Gon se dió cuenta de que estaba enamorado se encontraban ahí.

Killua acababa de llegar de una cita con su novia y le contaba a Gon entusiasmado todo lo que había hecho con ella en el día. Nunca se había dado cuenta de lo lindo que se expresaba, cómo movía sus manos y cómo su cabello hacía juego con unos atrapantes ojos llenos de luz. Sentía celos de Mía, de tener que compartir esa maravilla con ella, quería a Killua solo para él, deseaba abrazarlo, protegerlo y besarlo... En ese momento lo supo. Quería mucho a Killua para que simplemente gustara de él, definitivamente estaba enamorado.
Esa noche se quedó escuchándolo hasta tarde, perdido en todas las expresiones que hacía, soñando con que algún día contara con tanta emoción sus aventuras con él.

Las lágrimas comenzaron a caer por sus cálidas mejillas, Killua solía abrazarlo cuando estaba mal, pero eso ya no iba a volver a ser posible. Levantó la mirada y vió algo que no había visto antes.

Detrás de la cortina, estaba enmarcada en un cuadro la foto de su graduación. Gon no recordaba mucho esa noche porque se había pasado de tragos, pero estaba seguro de que Leorio les había tomado esa foto.
Se encontraba abrazando a Killua con fuerza mientras besaba su mejilla rosada con cariño ¿Cómo no notó antes los sentimientos de su amigo? Hasta un ciego se hubiera dado cuenta.

En esa foto era demasiado evidente que Killua estaba enamorado de él. Sus ojos estaban perdidos en el moreno mientras sus manos le devolvían el abrazo con cuidado. Lo tocaba y lo miraba con tanta delicadeza, mientras él era solo un borracho demostrándole a su mejor amigo cuánto lo quería.

Tiró el cuadro lejos estrellandolo contra una pared mientras se maldecía así mismo entre gritos por no darse cuenta antes y luego maldecía a Killua por ser un cobarde y no hablar a tiempo.

Agotado de tanto llorar, ya sin ánimos de nada. Se recostó sobre la cama de su amor no correspondido, se aferró a una almohada y se durmió. Se durmió para dejar de vivir en la realidad, se durmió para soñar que Killua estaba con él, se durmió para despertar y descubrir que todo había sido una pesadilla. Para descubrir que en realidad Killua estaba a su lado, viajando juntos,  mientras se amaban desenfrenadamente en cada rincón del mundo.

No Correspondido (Killugon, Gonkillu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora