Falling into madness |Bartylus|

[2]

Quiso gritar, gritar y gritar mientras contenía las lágrimas. Aquello no podía ser cierto, pero lamentablemente lo era y Barty no sabía cómo lidiar con el dolor. Tal vez la locura lo haría por él, ahora que su mejor amigo, su novio, su compañero de vida, ya no estaba. Y quiso gritar pero se tuvo que aguantar los gritos para no levantar sospechas entre su madre y padre que desayunaban en la misma mesa que él.

—¿Sucede algo?— preguntó su padre sosteniendo El profeta frente a él. Barty negó.

—¿Puedo?— preguntó señalando el periódico y su padre se lo pasó sin preguntar más.

HEREDERO BLACK DESPARECIDO, SE LE CREE MUERTO

Regulus Black, heredero de la fortuna familiar Black, ha sido reportado como desaparecido. Se cree que está muerto puesto que lleva días sin aparecer y la última vez que se lo vio fue en una redada de mortífagos, siendo él, participe de ésta.

El rubio dejó el periódico a un lado y se levantó rápidamente de la mesa ignorando a su madre y el ceño fruncido de su padre.

No había tenido oportunidad de ver a Regulus por tres meses y le dolía tanto no haberse podido comunicar con él en tanto tiempo. Su padre le había conseguido un empleo en el ministerio y Voldemort necesitaba un espía en el lugar, así que sus pequeños encuentros con su novio se habían limitado.

Tras estar fuera de su casa se apareció frente al único lugar donde habría una persona capaz de decirle si Regulus estaba bien. Camino por unos minutos y tocó la puerta de la torre, esperando que la rubia amiga de su novio estuviese ahí.

Cuando la puerta se abrió vio las mejillas rosadas de la chica empapadas de lágrimas y temió lo peor. Que no supiera donde estaba Regulus realmente o que supiera que realmente estaba... muerto.

—Lo siento.— susurro Pandora abrazándose a sí misma. —Intenté detenerlo, pero dijo que te había hecho una promesa.— siguió hablando con los ojos desorbitados. —Él nunca rompe sus promesas.— añadió.

Barty empezó a negar rápidamente con la cabeza. Su novio no podía estar muerto, no debía estar muerto por la promesa que él le había pedido. No podía estar muerto por su culpa, si tan solo... si tan solo no le hubiera pedido que le prometa una estupidez Regulus seguiría con él.

Con los ojos humedecidos por las lágrimas salió corriendo de ahí para volver aparecer. Quería estar solo, quería huir, se quería morir. Y morir no sonaba tan mal cuando Regulus lo estaba esperando.