Anubis

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Anubis.

Si el tiempo es caprichoso me daría la oportunidad de pedir un deseo, una pequeña probada de felicidad. ¿Está mal desear ser feliz sin miedo a morir?

El llanto de los niños en la carreta resonaba opacando el choque de la madera al moverse, sus sollozos y gemidos ahogados hacían imposible percibir el ruido del exterior. 

Su pequeño cuerpo se estremeció, sin desearlo las lágrimas comenzaron a escapar de sus ojos. 

¿A dónde los estaban llevando?.

Sentía miedo, buscando confort mantenía su cabeza abajo evitando ver a los demás niños secuestrados de la pequeña Aldea. Solo quería jugar cerca del río, atrapar unos cuantos peces y bañarse en la fría agua… salió sin decir nada, estaría lejos un par de horas antes de volver a casa.

No pasaría nada y su madre jamás se enteraría de su salida, escapar de su rígido yugo sonó tan tentador … solo quería ser un niño por un par de horas, no ser el hijo que debía asegurar su futura venganza y regreso al trono.

Sostenía entre sus manos una pequeña rana, el animal intentaba escapar y la sensación de la piel resultaba muy extraña. El sonido de pisadas en su espalda produjo un escalofrío, el miedo se hizo presente, algo le decía que estaba por pasar y no era en absoluto bueno. Los ecos de las voces dispersos le hizo saber que estaban siendo llevados para ser un sacrificio al dios Seth, su tío.

Perder la cuenta de cuántos días estuvo encerrado dentro de esa carreta.

Delante de sus ojos la visión del más grande y fastuoso templo se extendió, el temblor en su cuerpo aumentó al ser llevados por la fuerza al interior del recinto, rodeados por todos los flancos cualquier posible salida fue cerrada por los adultos. El olor a sangre y muerte se extendía por todo el ambiente, mandando escalofríos al centro de su cuerpo y el miedo bañar su sistema.

El olor a muerte se extendía en todo el lugar, en grupos de 6 comenzaron su peregrinación al interior del templo. Los minutos pasaban de forma lenta, uno a uno los grupos se perdían en la inmensidad del templo… los gritos y llanto eran el sonido que seguía sin falla a cada incursión.

Su momento llegó, siendo llevados por los guardias entre empujones y algunos golpes para aquellos niños que intentaban escapar. El temblor en sus manos se extendió por su cuerpo, tenía miedo de conocer a su tío las historias que su madre le contaba de ese hombre, siempre eran horribles y crueles.

El olor a incienso y tabaco floto en el ambiente, ante el llanto de los niños mortales y su claro terror su cuerpo se movió por sí sólo, tragando saliva intento infundirse valor al avanzar entre el extenso salón directo a la cama cubierta con tules transparentes y la silueta recostada  en el centro fumando el irritante tabaco.

Supo que ese hombre era Seth, el cruel dios de la guerra y su tío.

Sus piernas temblaron al verlo levantarse y arrojar la pipa al suelo, fue de forma inconsciente el retroceder al verlo avanzar. Agachando su cabeza espero ser asesinado  por el filo de aquella espada, si lo que su madre decía resultaba cierto Seth lo mataría sin dudar al verlo.

-Anubis… mi pequeño.

La espada cayó al suelo y aquel poderoso e imponente hombre tomó sus manos repartiendo suaves besos en sus nudillos al repetir ese nombre. Una sensación tan cálida y desconocida se extendió por su cuerpo ¿Porque ese hombre que lo tenía todo lloraba de forma tan amarga?.

Aquellos cálidos brazos soportaron su peso al llevarlo en su regazo hasta el lecho, sentirse protegido y a salvo en esos brazos lo hizo desear ser dueño de ese cálido afecto. 

AnubisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora