CAPÍTULO 9

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De modo que de nuevo hicieron una sesión de estudio en la biblioteca. Al parecer ya se estaba volviendo algo habitual. Al llegar Salamandra, le explicaron rápidamente el sueño de Jonás y comenzaron a buscar por todas partes aquel hechizo.

-La verdad yo no creo que exista.- explotó Salamandra, luego de buscar por horas, sin éxito.- Los sueños no son reales, es obvio que el subconsciente de Jonás se inventó una solución a nuestro problema para hacerlo sentir mejor, o lo que sea.

-Pero estos no son sueños normales...- le explicó Fenris, como quien explica que dos más dos es cuatro.

-Ya lo sé. ¿Crees que soy tonta? yo también los tengo y me doy cuenta de que son raros yo solita, por mucho que te cueste creerlo.

-No me dejaste terminar. Estos no son sueños normales, por lo tanto no los crea el subconsciente de Jonás. Hay algo allí afuera que es el culpable de esto. Tiene sentido que lo que se dice a través de los sueños sea verdad.

-¿Oh si? entonces ¿cómo piensas buscar un hechizo que es claro que no se encuentra en nuestra biblioteca?

-No vimos todos los libros, de seguro está ahí, en alguna parte.- la tranquilizó Jonás.

Ella resopló.

-Estoy harta de pasarme todo el día buscando en la biblioteca cuando lo que deberíamos hacer es ir al bosque a buscar a esa criatura y matarla de una vez por todas.

-No es seguro enfrentarse a algo que no tenemos idea de qué es.

-¡Sabemos que tiene poder en el mundo de los sueños! ¿Qué más quieres saber?

El joven mago suspiró

-De qué especie es, por ejemplo. O qué tanto poder tiene, o si estos sueños son peligrosos y mil cosas más antes de ir a ciegas.

Ella tomó otro libro del montón y exclamó -Bien, bien. Pero que conste que yo dije que debíamos dejar de perder el tiempo y pasar a la acción.

-No es perder el tiempo...

-¿No querías seguir con la investigación? Entonces haz silencio, que no puedo concentrarme.

Fenris rió interiormente. «vaya carácter tiene.»

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Ya anochecía y Fenris se encontró a sí mismo deseando que el amanecer llegara lo más pronto posible. El sueño de la noche anterior le había afectado. Había estado completamente seguro de que eso estaba sucediendo en verdad... Se estremecía al recordar los labios de Salamandra sobre los suyos y cada vez se sentía más y más miserable por estar pensando en eso.

Jonás se había ido a dormir, pero Salamandra seguía allí, revisando volúmen tras volúmen.

No podía dormirse. No podía soñar con Salamandra de nuevo. Se quedaría despierto toda la noche. Cuando le expuso a la joven sus intenciones ella asintió y dijo

-Yo haré lo mismo.

No le preguntó sus razones, ya que era obvio.

Pero a la madrugada, sus ojos se cerraban sin que él pudiera evitarlo. Oyó un bostezo y vió que Salamandra estaba igual.

-Será mejor que me vaya a dormir, no quiero quedarme dormido en un sillón como hoy.

La joven asintió y se puso de pie. Fenris bostezó. Ya que no podía evitar dormirse, por lo menos quería hacerlo con comodidad.

Empezó a caminar a su habitación y Salamandra fue a su lado. Se detuvo frente a la puerta y entró. Se acostó en la cama, pero un momento después de quedarse dormido, oyó que tocaban la puerta. Abrió y vió que era Salamandra, que estaba allí parada, en ropa de dormir y con cierta expresión de temor en el rostro.

Crónicas de la Torre 4: La artista de los sueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora