u n o

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u n o

El viaje en el taxi y el autobús es silencioso, extraño e incómodo junto a Kimma. Algo nunca visto. Se la nota molesta, apenas le dirige la palabra.

—¿Estás bien?

—Debería preguntar lo mismo, pero ¿sabes qué? No me importa.

Yoongi alza una ceja. No es enojo, son celos.

La conoce a la perfección. Eso ha sido un berrinche.

—Tienes tiempo para ver a Hoseok, pero no para enviarme un triste mensaje diciéndome que estás bien, o que estás mal, que no irías al viaje, que Jimin es tu novio. —Cuenta los dedos—. Todo lo sabe Hoseok, todo. Y yo no. No puedo ni acercarme a la puerta de tu casa, pero sí invitas a Hoseok.

—No se quedó, ni siquiera se acercó a mi casa.

—¡Ese no es el punto!

—¿Cómo sabes que Hoseok estuvo aquí?

—Los vi pasar juntos por fuera de mi casa, Yoongi. Vivo a dos cuadras de la tuya.

Yoongi lanza un suspiro.

—Lo siento —dice.

—No lo soluciona, Yoongi. —Se cruza de brazos—. No me molesta que tengas más amigos, pero siento que me desplazas y me duele.

—Lo siento.

—Ya no digas más eso.

—No quise hacerte sentir mal. He hecho todo mal. No quiero desplazarte, te necesito conmigo.

—No lo parece. Vivimos a dos cuadras de distancia, puedes ir a verme cuando quieras y no lo haces.

—Fueron semanas de mierda, entiéndelo.

—Lo entiendo.

—No volverá a pasar.

—No, en realidad, porque estamos camino a un internado donde puedo invadirte. —Y sonríe con malicia.

Yoongi niega con la cabeza y se emboba.

—Pero ¿Jimin es tu novio?

—No lo sé.

Kimma ríe.






Un problema a la vez. Como decía su abuela. Como dice Eunyeong. Cada paso que das debe ser hacia adelante y jamás te debes devolver, por algo lo has dejado atrás.

Él no está tan seguro de que eso aplique para todos los casos.

Camina tranquilo por los pasillos en dirección a la habitación de Jimin. No sabe si ha llegado. No quiso avisarle para tomarse el tiempo de idear lo que diría a posibles preguntas y evitar arruinarlo más de lo que lo ha hecho.

—¿Buscas a alguien? —le pregunta su vocecita.

Está de pie a su lado con el cabello húmedo y oliendo bien.

—¿A qué hora llegaste? —responde Yoongi en su lugar.

—Hace bastante. Te vi llegar, pero no quería molestarte.

Lo aparta con cuidado para abrir la puerta de su habitación y le permite entrar. Hay una maleta abierta y ropa en todas partes. Ignora ese pinchazo de señora loca por el orden, sentándose en la orilla de la cama.

Jimin camina tranquilo por su desorden sin inmutarse por su mirada que lo inspecciona todo.

Él no sabe por dónde comenzar.

—Lo siento —dice entonces, lo más básico primero. Jimin se detiene en seco con una camiseta en la mano a medio doblar—. Debí llamarte... o escribirte.

Y continúa guardando sus cosas con cuidado en el clóset. En silencio.

Yoongi se aclara la garganta.

—¿De verdad te gusto? —cuestiona Jimin sin mirarlo.

—Sí.

—¿Estás seguro? Porque tus acciones este último tiempo demuestran lo contrario. No sabía qué pasaba contigo y aunque evité juzgarte, porque me di cuenta de que no sé una mierda de ti, me sentí muy mal. —Con otra camiseta a medio doblar, esta vez sí lo mira—. A mí sí me gustas, y quiero estar contigo, pero si no lo tienes claro, es mejor que no estemos juntos de ninguna forma.

Sí le gusta Jimin, se le acelera el corazón cuando lo tiene cerca y cuando lo mira sólo ve cosas bonitas. Sólo no logra sentir como él desea. Sabe que no merece que lo mire sólo de esa forma, viendo que anhela más.

—Yoongi.

—Bien, podemos ser amigos —dice. Jimin arruga el entrecejo y vuelve a tomar otra camiseta para guardarla en el clóset con menos cuidado que la anterior—. Es mejor así. Al menos para mí, no quiero hacer más daño, no necesito conocerte más para saber que no lo mereces.

—Está bien, Yoongi. —Niega con su cabeza—. Vete, por favor.

—Jimin...

—Por favor.

—Por favor

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Astronómicamente Inexacto ♫ yoonseok. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora