No deseo sonar deprimente, aunque previamente sé que quizá vaya a ser así, pero pensé que ese momento jamás llegaría, que era una fantasía infantil e irrealista propulsada por una sociedad que te juzga hagas lo que hagas pero que te obliga igualmente a llevar a cabo cuyas acciones desprecia. Cuando la situación se planteó, mi cerebro entró en pánico y fui tan estúpida como para sabotearme con el propósito de no tener un buen final, mi bonito final, pues quizá las personas que me rodean no lo habrían visto bien. Sin embargo, creo que en el fondo sí quería obtener un buen resultado, a pesar de mi pequeña burbuja social y mis miedos, pero mi cerebro decidió que sabotear mi vida era, y sigue siendo, más entretenido que simplemente esperar a ver qué pasaba.
A pesar de los impedimentos que tuve, decidí que debía hacer las cosas de otra forma, sin hacer tanto caso a mi cerebro y más caso a lo que llamamos corazón, para así tener la pequeña posibilidad de lograrlo. Fue de esta manera como empecé a vivir preciosos momentos de alegría, pequeños segundos que a pesar de no ser prolongados en el tiempo, tengo pensado atesorarlos en mi mente y en mi alma hasta el último día de mi vida.
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Un Café Poético
PoetryRecopilación de poemas y cartas que voy escribiendo. #52 poesía (11.03.2018)