Droqo

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— El medallón está cerca, puedo sentirlo —comentó Olivia con una sonrisa macabra en su rostro sentada en un sillón de seda roja con arreglos dorados, miraba con intensidad a través de la ventana de aquella habitación hacia el rojo atardecer del inframundo, al fondo de la habitación estaba un atractivo hombre de cabellos castaños midiendo los brazos y las piernas de un joven de rostro triste, el chico escuchaba a Olivia pero su mente estaba en otro lugar, sus ojos azules como el mar brillaban con los últimos rayos del día, su cabello negro caía revuelto hasta medio cuello, se encontraba sobre una pequeña plataforma frente a un amplio espejo.

Olivia apartó la mirada del atardecer y la fijó en el chico quien le daba la espalda.

— Jonnas, ¿me estás escuchando? —preguntó Olivia molesta, John la miró desde el reflejo del espejo.

— Por supuesto mi Señora —respondió el chico con voz grave, una melodiosa voz con rasgos tristes, John bajó de la plataforma y caminó hacia Olivia en su hermoso y secretamente irónico traje púrpura, ajustado a su ágil y bien ejercitado cuerpo de un metro 86 de estatura. Olivia le hizo una señal al sastre para que se retirara sin apartar su intensa mirada púrpura de los tristes ojos azules de John.

— Eres una aberración —dijo Olivia levantándose del sillón, y con una sonrisa burlona acariciando con un dedo la barbilla del chico, John solo miró al suelo.

— ¿Qué haremos mi Señora, con el medallón? —preguntó John siguiendo la conversación principal ignorando el comentario de Olivia.

— ¿Entiendes lo importante que es ese medallón para nosotros Jonnas? — preguntó Olivia mientras caminaba por la habitación, John meditó un poco, temía dar la respuesta incorrecta, ya estaba lo suficientemente fastidiado como para lidiar con la última humillación de Olivia del día.

— No, en realidad no... mi Señora —finalmente respondió John, Olivia soltó una carcajada.

— Por supuesto que no, si eres tan estúpido por la impureza de tu linaje, deplorable basura, —dijo Olivia con desprecio— el medallón es una llave... —Olivia caminó hacia John y lo obligó a mirarla— ...una llave al poder absoluto, ser reconocido como el amo de la Oscuridad, el amo de ese medallón, me dará el poder absoluto para erradicar otros como tú y asegurar la pureza de las especies y la eterna gloria de mi familia —explicó Olivia, John volvió a dirigir su mirada al suelo.

— Sólo debemos robar el medallón —concluyó John.

— Si serás inútil... —respondió Olivia tomando fieramente con su larga y elegante mano el rostro de John— ... el medallón reconoce a su amo, y solo aquellos con un vínculo directo pueden heredarlo, robarlo solo nos dejará con un inservible pedazo de metal, la idea es más compleja, y para eso... —comentó Olivia mirando con ira y pasión los hermosos rasgos del rostro de John— ...necesito a alguien reemplazable que haga exactamente lo que yo diga, te necesito a ti... basura, tú asesinarás a la hija de la Oscuridad y me darás el medallón —Olivia talló con su pulgar la mejilla de John limpiando el espeso maquillaje que ocultaba una salpicadura de pequeñas pecas color caramelo.

— Asqueroso myisling —dijo Olivia antes de soltar el rostro de John y salir de la habitación.

El inframundo pasaba por una etapa de una sospechosa paz, una paz basada fundamentalmente en el temor de los habitantes, la nueva familia real era respetable y temida, encabezados por la matriarca Olivia quien sentenció a su esposo Zorenag Rider a vivir en el exilio de su hermosa cabaña a las afueras del reino, desolado sin motivación, el antiguo rey del Inframundo no discutió la decisión de Olivia y se resignó a mantenerse fuera de todo lo referente a la Corona, así todo Rider fue sacado de la jugada maestra de Olivia y los Van Durguen se alzaron como los únicos soberanos.

Verso de Guerra [Poema de Creación y Destrucción]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora