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06 - SOBREVIVÍ

El interior de la casa es aún mejor que el exterior, tras pasar la puerta te encuentras con un amplio pasillo, del lado derecho hay unas puertas dobles que hacen el armario. Unos poco pasos más adelante encuentras una vista completa del primer piso.

Del lado izquierdo hay una estancia, con dos sillones grandes, uno frente a la chimenea y otro a su derecha, en la pared que vi por fuera hay un ventanal inmenso, ocupa la mayor parte de la altura del primer piso, bajo ella un sillón individual y una mesa larga llena de libros y fotografías.

Al otro lado una escalera junto al muro se extiende hacia el segundo piso. Algunas de las paredes tienen cuadros de arte, en su mayoría son paisajes.

Una puerta abierta me muestra una pequeña oficina bien organizada, un escritorio frente a varios ventanales, un librero en la pared del fondo y varias repisas llenas de plantas y más libros.

La cocina es parecida a la que tenemos en el departamento, la única diferencia son los colores, la nuestra era blanca y esta parece ser un tono más gris. Tenerla detrás de la sala da una visión completa de lo podría ser el centro de la casa.

Giro a la derecha y encuentro el comedor, es más privado que el resto, la mesa tiene seis puestos y es de cristal. Demasiado para una mujer que vive sola.

Una lampara colgante en el centro del techo da el toque de elegancia, entre comedor y cocina unas puertas corredizas —de vidrio— dan vista al patio trasero.

El patio es algo peculiar, solo puedo ver dos contendores pegados a la pared, fuera de eso, nada limita el espacio que le corresponde a la casa de Helena del resto, porque detrás hay más casas sin una forma de organización. Parece que fueron construidas sin pensar en la idea de ubicación.

Vuelvo mi atención a mi hermano cuando termino de analizar el lugar. Él esta concentrado viendo una de las mesitas con decoración. Me tardo un segundo en darme cuenta, la fotografía es de él, seguía siendo un bebé de algunos meses, en ese entonces yo aun no existía.

Por el pasillo de entrada veo a Lina despedirse de mi madre y marcharse a toda prisa. Reviso la pantalla de mi teléfono, pasan de las seis de la mañana.

—Sus habitaciones ya están listas.

Una punzada en el pecho me hace pensar en lo difícil que será acostumbrarme a este lugar, nunca considere tener otra habitación, otro lugar al cual llamarle hogar.

Helena deja su maleta pegada a la pared en la que se extiende la escalera, sus manos se juntan y nos mira con atención, el silencio es incómodo. Algunos pequeños rayos de sol comienzan a pasar por el enorme ventanal, ahora comienzo a ser consciente de mis ganas de seguir durmiendo.

—¿Quieren desayunar? —nos pregunta mientras camina al fondo de la casa, hacia la nevera que está detrás de la barra de la cocina. Abre sus puertas y se inclina para buscar algo. Cuando se reincorpora dirige sus pasos hasta su bolso— Necesito comprar unas cosas, ¿quieren que les compre algo?

Cristian encoje los hombros en un gesto de desinterés, y yo me lo pienso un segundo más. Durante el viaje tuve una idea, una que me agrado lo suficiente como para arriesgarme a hacerlo, nunca lo he hecho antes, por lo que el resultado tal vez no sea como lo imaginé.

Escuche a Kate más de una vez decir: solo hay una vida y no pienso limitarme, porque al final los errores son de donde obtienes el aprendizaje.

Aprendí esa frase porque era su forma para deslindarse de pensar en las consecuencias antes de hacer alguna tontería, esa frase en voz de la pelirroja significaba peligro. Pero yo, nunca me había dado la oportunidad de usarla, esta era la primera vez.

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